PENSAMIENTO FEMINISTA: EL EJE DEL PATRIARCADO

 

 


Realizado por Christian Ezquerro


 

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN.. 2

FALACIAS DENTRO DE LA DEFINICIÓN DE FEMINISMO.. 3

LAS “OLAS” DEL FEMINISMO.. 5

EL FEMINISMO COMO RESPUESTA AL PATRIARCADO.. 5

DE LO MATERIAL A LO CULTURAL. 5

IDENTITARISMOS COMO RESPUESTA A LA MUERTE DE DIOS. 6

LA REVOLUCIÓN SEXUAL. 7

QUÉ ES EL PATRIARCADO.. 9

LA CAUSA FEMINISTA. 9

LA COMPETENCIA INTERSEXUAL EN RELACIÓN AL PATRIARCADO.. 11

CAOS Y ORDEN: EL ETERNO PODER FEMENINO NATURAL. 11

LA COMPETENCIA INTERSEXUAL ESTADÍSTICAMENTE. 12

LA TEORÍA DE LA MAYOR VARIABILIDAD MASCULINA COMO ALTERNATIVA A LA EXPLICACIÓN FEMINISTA PATRIARCAL. 14

MONOGAMIA VS POLIGAMIA. 15

EL ORIGEN DEL PATRIARCADO.. 17

INTERSECCIONALIDAD.. 17

LA CONTRADICCIÓN LÓGICA DE LA INTERSECCIONALIDAD. 17

PRIVILEGIO.. 18

LOS HOMBRES Y LA OPRESIÓN.. 19

DESECHABILIDAD MASCULINA. 19

DESHUMANIZANDO AL VARÓN Y DESHUMANIZANDO A LA MUJER. 21

CONCLUSIÓN FINAL. 22

BIBLIOGRAFÍA.. 23

 

*NOTA: El comentario crítico es el de la obra La mística de la feminidad, y se irá realizando a lo largo del desarrollo del trabajo, complementándolo con los puntos que he considerado oportunos a tratar. Además, algunos enlaces a estudios, gráficas, páginas web, artículos o vídeos están acortados con el programa BitLy.

INTRODUCCIÓN

Mi intención con este trabajo es ofrecer una alternativa evolutiva a la explicación feminista del constructivismo social. Para ello, ha sido necesario una búsqueda exhaustiva de estudios y análisis variados que confirmen los argumentos aquí expuestos. Antes de comenzar el trabajo relativo a la asignatura, y como el concepto de “patriarcado” es indisociable de la teoría feminista, me parece importante señalar varias cuestiones que, sin duda, van a condicionar la forma en la que voy a realizar el trabajo. Me resulta indispensable definir qué es el feminismo, cuál es la definición que las personas feministas dan y como este concepto ha ido evolucionando, pues actualmente es difícil encontrar una definición precisa y aclaratoria de qué es el feminismo. También es reseñable hablar de cómo la definición de feminismo es utilizada con determinados fines que distan mucho de buscar algo concreto dentro del propio feminismo. Empecemos con la definición que quizás, la mayoría de personas da en nuestra sociedad.

Feminismo es igualdad. Esa es la definición que más veces hemos escuchado en tertulias de televisión, ponencias, mítines… también es la definición con la que la gente de a pie está más conforme. Sin duda es una definición un tanto simple para un concepto tan amplio, y eso tiene su haber en que además de ser una definición simple es una definición problemática, pues la definición de feminismo queda supeditada de la definición de igualdad, y no todos tenemos porqué estar de acuerdo en qué es la igualdad, e incluso algunas personas podrían argumentar que hay varios tipos de igualdad. Por otra parte, si definimos el feminismo como la igualdad, esto no define qué es el feminismo, lo que hace es condicionar la definición de feminismo a la definición de igualdad, por tanto, la definición de feminismo ya está condicionada por otro elemento alterno. Al no darse una definición de igualdad en la propia definición de feminismo, entonces tampoco queda definido el feminismo. Así, “el feminismo es igualdad” no responde a la pregunta, sino que mueve la respuesta a otro lado, sin haber dejado a las claras en qué consiste el término en concreto.

Si preguntamos a una persona feminista si la frase “el feminismo no existe” le resulta convincente obviamente dirá que no, pues implicaría que la igualdad no existe de acuerdo a la definición de feminismo. Considerar la primera afirmación como falsa y la segunda como verdadera, quiere decir que en el propio pensamiento de las personas feministas igualdad no es una definición para feminismo. Si el feminismo es un medio para conseguir la igualdad, es decir un medio para conseguir un fin, el feminismo no puede ser de ninguna forma un sinónimo de igualdad. Porque si el feminismo es igualdad, no tendría ningún sentido que persiguiese algo que ya de por sí está logrado, en ese caso la existencia del feminismo no tendría cabida. En todo caso podemos establecer que el feminismo es un medio para obtener un fin, que sería la igualdad, pero el feminismo nunca estaría definido por la igualdad. De esta forma, el feminismo queda instaurado dentro de las políticas ideológicas de fines y medios, donde muchas veces los medios son incompatibles para con los fines. Pero eso lo veremos más adelante.

FALACIAS DENTRO DE LA DEFINICIÓN DE FEMINISMO

A menudo veo muchos ideólogos, tertulianos, e incluso personajes públicos, definiendo el feminismo de muchas maneras, cayendo en numerosas falacias y que sin duda acaban desvirtuando el término para luego cerrar la definición como igualitarismo. He aquí algunas de las falacias más populares.

Número 1. Falacia ad dictionarium. Es una falacia que consiste en citar una definición de diccionario como prueba irrefutable en una discusión o debate. Los diccionarios son creaciones humanas y no tienen más autoridad que la palabra de cualquier persona. Por este motivo, citar lo que el feminismo es “por definición”, no constituye un argumento real. Además, las definiciones del diccionario van cambiando. Así, la definición del feminismo en el año 2001 era “doctrina social favorable a la mujer”[1], mientras que ahora es “principio de igualdad entre hombres y mujeres”.[2]

Número 2. Falso dilema. Es un tipo de falacia que involucra la presentación de dos alternativas opuestas entre sí como las únicas opciones posibles. Básicamente, el argumento sería: Puesto que el feminismo es igualdad, no creer en el feminismo implica no creer en la igualdad. Pero el mundo rara vez funciona en términos de buenos o malos, de blanco o negro, y las etiquetas personales con las que uno se define dependen de cómo se definan esas etiquetas. Por tanto, nadie está obligado a jugar en esas condiciones especialmente si éstas implican tendencias ideológicas llenas de matices. Si presentamos el feminismo como “lo bueno” y la única alternativa supone que esa alternativa es algo malo o incorrecto, se crea una presión social para aceptar el feminismo como axioma válido y así evitar la posibilidad de disidencia.

 

Número 3. Indeterminación. Es un uso falaz de palabras que explota las distintas interpretaciones que puede tener una definición para argumentar una cosa, y al mismo tiempo aparentar que se ha demostrado otra. De este modo podemos encontrar a activistas[3] que definen al feminismo como educación, respeto, tolerancia, acabar con agresiones, igualdad de género… Desvirtuando el término totalmente a través de definiciones ambiguas para luego acabar cerrando la definición como igualitarismo.

La propia definición de feminismo era diferente en el pasado, y ha ido cambiando según cambia la coyuntura social y política. Feminismo solía significar feminidad. Paul Preciado nos aclara esto en una intervención donde, etimológicamente, nos cuenta que el feminismo estaba definido como la feminización del cuerpo masculino tuberculoso.[4] Alejandro Dumas cambia el término un año después para referirse al feminismo como aquellos hombres que defienden la causa de las mujeres en sus reivindicaciones políticas. Por tanto, podemos concluir, que la definición de feminismo es moldeable con el paso de los años. Tal y como hemos dicho al principio, la definición que la sociedad da en su mayoría es como una teoría sobre la igualdad.

Una vez aclarado esto, y puesto que a lo largo de este trabajo utilizaré en demasía la palabra “feminismo” o “feminista” resulta indispensable aclarar qué es lo que entiendo yo por feminismo para, con ello, dar paso a analizar el eje sobre el cuál he decidido hacer el trabajo. Para mí, el feminismo es un movimiento social que se sustenta en la creencia de que las mujeres estarían oprimidas socialmente a través de los roles de género por una institución social creada en favor de los hombres, lo que denominamos como el patriarcado.

Las mujeres están oprimidas victimización femenina: la creencia de que las mujeres están en una posición de desventaja respecto a los hombres que, deliberadamente, oprimen a las mujeres de forma transversal por medio de sus privilegios. Esta opresión se da de hombres a mujeres, pero nunca en sentido contrario.

Roles de género determinismo cultural: la creencia de que la cultura delimita lo que somos, y no la biología o la ciencia.

Patriarcado jerarquías de poder: la creencia de que es el sistema el que es inherentemente injusto, y que todas las dinámicas que se dan en los estratos sociales y en la posición social de los individuos obedecen al poder que los opresores ejercen sobre los oprimidos, donde lo que importa es tu identidad grupal.

En este trabajo, que principalmente tratará sobre el eje del patriarcado, iremos desgranando y analizando pormenorizadamente todos estos puntos además de otros igual de importantes. Una vez aclarada la definición de feminismo, para finalizar con la introducción y el contexto, hablemos del origen del feminismo, y de cómo las olas del feminismo son un mito.

LAS “OLAS” DEL FEMINISMO

En mi opinión nunca hubo tres olas, y el hecho de que se establezca que el feminismo tiene tres olas bien diferenciadas forma parte de un revisionismo histórico. Si trazamos una línea temporal que divida las tres olas de feminismo lo primero que llama nuestra atención es una ausencia de activismo justo en el momento en el que supuestamente termina la primera ola hasta que empieza la segunda. Con la publicación del Equal Franchise Act[5], las sufragistas lograron su objetivo del voto femenino. De modo que desde 1930 hasta 1960 no hay ningún tipo de actividad reivindicativa de corte feminista, puesto que las sufragistas no usaban tal vocabulario, y el único uso que se da del término “feminismo” viene dado por el uso al cargo de la palabra que Paul Preciado nos relata: la feminización del cuerpo masculino tuberculoso. El activismo comienza con las sufragistas en el siglo XIX, y desaparece en los años 30, justo cuando aparece la segunda ola. En ese momento se produce una deserción de activismo. Muchos teóricos feministas han tratado de fundamentar este periodo de inactividad con argumentos muy enrevesados, pero la explicación real es más simple: el sufragismo y el feminismo no son lo mismo, sino que eran dos movimientos muy diferentes. La segunda ola, y que es la que realmente da origen al feminismo como lo hemos definido, no comienza hasta el año 1963 con la obra de Betty Friedan. De hecho, podemos observar el auge de la palabra feminismo justo a partir de la publicación de La mística de la feminidad.[6] No en vano, el término “feminismo” no empieza a ser usado en la literatura hasta la aparición de esta segunda ola. Recordemos que la primera aparición de la palabra feminismo en sentido etimológico aparece en el siglo XIX para referirse al cuerpo tuberculoso masculino. Además, el movimiento sufragista, ideológicamente era muy diferente al de la segunda ola y no se ajusta a la definición que hemos dado anteriormente al feminismo. Las sufragistas nunca se opusieron a los roles de género, es más, los usaban a su favor para sus propios intereses. Un claro ejemplo de ello lo encontramos en la Orden de las Plumas Blancas, durante la guerra mundial. Tampoco creían en la existencia del patriarcado, pues el concepto ni siquiera existía. La pregunta que nos invade ahora es: ¿Por qué sí que hay discontinuidad temporal entre la primera y la segunda ola, pero no entre la segunda y la tercera ola? Muy simple, la segunda y tercera ola son lo mismo, ya no solo en cuestiones ideológicas, sino en cuestiones reivindicativas. Una vez hemos hecho un breve recorrido por la historia del feminismo y su definición podemos concluir que el feminismo nació en la década de los 60 con la obra de Betty Friedan, demostrando que la existencia de estas tres olas bien diferenciadas es un mito. Hay un elemento que propició que el feminismo tuviera su origen en este momento histórico y no en otro, y estoy hablando de la introducción de la píldora anticonceptiva. Un elemento disruptivo que marcaría el porvenir del movimiento. Finalizada la introducción, analicemos la piedra angular que fundamenta este trabajo: Lo material precede a lo cultural.

 

 

EL FEMINISMO COMO RESPUESTA AL PATRIARCADO

 

DE LO MATERIAL A LO CULTURAL

En este punto presentaré el que para mí es la piedra angular que dará sentido a todo el trabajo. Todo cambio cultural viene precedido por un cambio material previo. No me considero particularmente un fan del marxismo, pero también sé reconocer la extraordinaria labor de Karl Marx, sobre todo cuando establece la teoría del materialismo cultural. La vida social, y concretamente la vida humana está basada en procesos materiales, de modo que toda transformación cultural no es posible antes sin un cambio material previo. Con cambio material me refiero al conjunto de elementos de la naturaleza física como puede ser la geografía, la aparición de nuevos medicamentos o el desarrollo tecnológico, que permiten el desarrollo y la mejora de las condiciones de vida. De hecho, la mujer nunca hubiera podido incorporarse al mercado laboral sin un previo cambio material en el entorno como lo fue la revolución industrial, por mucho que la cultura fuera favorable a ello. Este mismo esquema se aplica a la aparición del feminismo como teoría. El feminismo apareció gracias a un cambio material, este cambio material fue la introducción de la píldora anticonceptiva, del que hablaremos más adelante.

Podemos preguntarnos cómo es posible que el feminismo y otros movimientos identitarios se hayan dado en sociedades occidentales demócratas, pero no en países autoritarios de Asia Oriental de Oriente Medio. Podemos pensar también que un movimiento como el feminismo se antoja más necesario en ese tipo de sociedades, pero la respuesta es simple. Las condiciones materiales del entorno social no permiten la proliferación de este tipo de movimientos. Los cambios políticos son siempre una respuesta a un sentimiento de indignación. Un ejemplo lo vemos en la aparición de neo partidos como Podemos o VOX. Si bien es cierto que existía un malestar social en la cultura que permitió el ascenso de estos partidos, ese malestar provenía de elementos materiales tales como leyes injustas o episodios de corrupción. De nuevo, lo material precede a lo cultural. Encuentro que este esquema se puede aplicar al feminismo de igual forma. Que todos los derechos jurídicos femeninos se hayan conseguido en un periodo temporal tan corto (apenas 50 años[7]),es prueba de ello. Ya hemos argumentado en la introducción por qué no es adecuado referirse a las primeras activistas sufragistas como feministas, y si bien es cierto que muchas mujeres han logrado cambios muy favorables en la consecución de una igualdad real, nunca lo pudieran haber conseguido sin un cambio material previo que permitiera que la cultura fuera favorable a esos cambios. Podríamos decir que las mujeres siempre han tenido unas condiciones de vida tan favorables o desfavorables como lo han permitido las condiciones materiales del entorno social. Así pues, la teoría feminista surgió a partir de un cambio material como lo fue la introducción de la píldora anticonceptiva, y por eso se puede decir abiertamente que el feminismo tal y como lo conocemos surge en ese momento histórico. Si bien siglos atrás se habrían sucedido una serie de conquistas de corte feminista, no podemos catalogarlas como conquistas feministas, pues el concepto ni siquiera existía. Fue a partir de la publicación de La mística de la feminidad y la aparición de la píldora, que el feminismo de forma literaria comenzó a aparecer en las publicaciones escritas debido al cambio material que posibilitaba la píldora.

IDENTITARISMOS COMO RESPUESTA A LA MUERTE DE DIOS

Tras el advenimiento de la Ilustración y la anunciada “Muerte de Dios” de Nietzsche, se habría sucedido una disputa entre varias narrativas por ocupar ese trono vacío que habría dejado Dios. Hay que entender la muerte de Dios como una forma poética de Nietzsche de afirmar que los valores que sustentaban la creencia en Dios de la cultura occidental han decaído y ya no se puede creer honesta y razonablemente en él. Una vez muerto Dios, existirían dos caminos a escoger. Uno sería una nueva narrativa, unos nuevos valores de afirmación a la vida que vendrían a sustituir a esos valores judeo-cristianos que la cultura occidental llevaba en su seno, lo que Nietzsche define como el Superhombre. Y el otro camino serían un conjunto de narrativas ya existentes, que serían las ideologías, y que sería lo que la sociedad del siglo XIX escogería. Y solamente por una sencilla razón: El ser humano no puede crear su propia narrativa. El ser humano necesita de otras narrativas para justificar su existencia en el mundo. El problema de las ideologías es que son de tan baja resolución que atraviesan transversalmente toda la experiencia humana. Si tú quieres mover a la gente, tienes que apegarte a una ideología o crearla. Ese modelo triunfa porque apela a la identidad, es capaz de generar indignación, y puede prometer una utopía. Esto siempre tiene un poder de atracción enorme. Estas tres características están presentes en cualquier ideología, y son las que la define. Por eso no es casualidad que los movimientos identitarios como el nacionalismo, el existencialismo, el posmodernismo, o el propio feminismo surgiesen en Europa en el Siglo XX.[8] Todos esos movimientos son, en última instancia, un intento por ocupar el trono vacío tras la muerte de Dios.

En conclusión, el feminismo, lejos de ser una respuesta a una sociedad tiránica patriarcal, es el resultado de un nuevo identitarismo ideológico que trata de ocupar el trono vacío dejado por Dios, posibilitado por la aparición de la píldora anticonceptiva enmarcado en un paradigma donde lo material precede a lo cultural. De la aparición de la píldora anticonceptiva y la revolución sexual se sigue el siguiente punto.

LA REVOLUCIÓN SEXUAL

Con la consecución de la introducción en el mercado laboral de la mujer, hemos concluido que su origen data de la revolución industrial, un cambio material que permitió ese cambio de mentalidad creciente en la sociedad, ahora vayamos con el propio feminismo cuyo origen se remonta a la introducción de la píldora anticonceptiva en 1960. En el mismo momento que se introduce la píldora en EEUU, el número de madres solteras, divorcios, abortos, suicidios, y criminalidad aumentan. A la par que esto, la palabra feminismo comienza a ser usada de forma literaria en las publicaciones escritas[9]. Establecer una correlación entre el auge del feminismo y el aumento de todos estos elementos nocivos únicamente a través de la publicación de los términos en la literatura escrita sería hacer un análisis univariable de los hechos y nos llevaría forzosamente a incurrir en un sesgo, así que tomemos otra variable para el análisis, la variable a analizar sería el fallo anticonceptivo, pues la mayoría de los elementos nocivos para la mujer dependen de él. Sabemos a través de la literatura científica que el fallo anticonceptivo acarrea una serie de consecuencias que están todas interrelacionadas entre sí. El fallo anticonceptivo acarrea en las mujeres altas tasas de suicidio[10], de aborto[11], de criminalidad [12]y de divorcios[13]que, como consecuencia, deriva en el aumento de madres solteras.

Si establecemos que todas estas consecuencias provienen de la irresponsabilidad individual, nos encontraremos que son este pequeño grupo de personas las que origina todos los problemas derivados del fallo anticonceptivo, de acuerdo a la distribución de Pareto. De hecho hay estudios que corroboran que es este diminuto grupo de personas quienes generan todos los problemas derivados del fallo anticonceptivo.[14] Hasta el punto de ver como la tasa de fallo anticonceptivo se corresponde a un 30% para un periodo de diez años.[15] Esto quiere decir que al menos una de cada tres mujeres que comiencen a experimentar relaciones sexuales en la edad de pubertad, tendrá un embarazo no deseado antes de los treinta años, edad en la que la mayoría de la gente suele contraer matrimonio.  Por no hablar de las consecuencias que acarrea tener relaciones sexuales a muy temprana edad[16]. Una vez cotejados los estudios científicos y estadísticos, ahora sí podemos establecer una relación causa efecto entre las variables citadas anteriormente (abortos, suicidios, criminalidad…) y el fallo anticonceptivo.

No en vano me gustaría reiterar que el grado de eficacia de los anticonceptivos es muy elevado. Por tanto, por pura coherencia lógica podemos deducir que el fallo anticonceptivo proviene únicamente de la irresponsabilidad individual de ciertas parejas. Si creemos en cambio que es muy difícil que la gente pueda tener ese grado de irresponsabilidad tan alto, solo hace falta observar la tasa de abortos en España para darse cuenta que más de un quinto de todos los embarazos terminan en aborto. Dado que en España hubo en el 2020 88.269 abortos[17], y que ese mismo año nacieron 341.315 niños[18], la media nos sale aproximadamente a que un quinto de los embarazos acaban en aborto (Teniendo en cuenta que el número de gemelos y mellizos no representa un número significativo). Si estas cifras proceden de la irresponsabilidad personal, el feminismo de la revolución sexual que proclamaba la libertad sexual no tendría en cuenta las responsabilidades que acarrea la liberación sexual.

En conclusión, podemos decir que la revolución sexual es un movimiento emancipador, pues permite a las mujeres disfrutar plenamente de su sexualidad, aunque eso a su vez, acarrea una serie de responsabilidades. Unas responsabilidades que, cuando no se toman en serio, produce toda una serie de variables perjudiciales socialmente, y más concretamente para la mujer. Si me preguntan a mí, subjetivamente diría que el modelo de la revolución sexual no es preferible ni para las mujeres ni para los hombres. Si tenemos en cuenta que la revolución sexual permite un clima de libertades nunca antes visto, vemos también cómo los estudios científicos corroboran que la preferencia por las relaciones de una noche frente a las relaciones estables, pese a ser una cuestión de pura preferencia personal, también acarrea repercusiones a largo plazo. [19]También es reseñable cómo la preferencia por un modelo monógamo conlleva un mayor índice de felicidad, pero eso lo veremos más adelante.

Una vez analizado todo, la pieza por encajar ahora es: ¿Cuál es la relación de todo esto con el feminismo y el patriarcado? Pues bien, no es casualidad que en la introducción me haya detenido a analizar meticulosamente tanto el origen de la palabra feminismo, su definición y su contexto histórico, llegando ahora a la conclusión de que el feminismo empezó con La mística de la feminidad de Betty Friedan, poco después de la aparición de la píldora anticonceptiva. El libro de Friedan nos habla de la decepción con su vida de ama de casa. Hablando en plata, si bien no se centra tanto en analizar si las condiciones a nivel de derechos, acceso a la educación y al trabajo de las mujeres de la época era más o menos equitativa a la de los hombres, sí que reconoce que el haberse dedicado a la vida familiar y al cuidado del hogar le habría privado de experimentar su soltería de una manera plena de acuerdo a la mentalidad de la revolución sexual. Creo que podemos estar de acuerdo en que los años de mayor ebullición en cuanto al poder social femenino se refiere es en aquellos años donde la mujer no está ligada al matrimonio y cuando está inmiscuida en el mercado intersexual. Es por eso que cuando en países de Oriente Medio se suceden matrimonios a muy temprana edad, se dice que no son aceptables en parte porque no permite a las mujeres disfrutar de la soltería, más allá de los argumentos morales que puedan esgrimirse. De alguna forma podríamos decir que las mujeres solteras, viven una vida de privilegios respecto a las que están casadas, y que, en consecuencia, la perpetuación de la soltería se corresponde con la perpetuación del poder femenino. La prueba de ello la podemos ver en cómo en países occidentales cada vez se atrasa más el matrimonio, dado que extender el modo de vida prematrimonial permite una mayor extensión de la vida de soltero, y eso genera un poder social sin precedentes. Si el objetivo era extender el modelo de vida prematrimonial porque el matrimonio relegaba a las mujeres a una condición de opresión y a un modelo tradicional de “ama de casa”, es normal que personalidades como Betty Friedan comenzasen a reclamar la abolición de la familia tradicional en tanto que una vida de soltería plena permitía una emancipación para la mujer en cuento a poder sexual se refiere que nunca antes se había visto. Hay que tener en cuenta que este modelo de vida prematrimonial y este cambio de mentalidad no hubiera sido posible sin el cambio material que supuso la píldora anticonceptiva.

Considero a modo de conclusión de este punto, que el feminismo dista mucho con ser realmente una respuesta que confronte al patriarcado y que su objetivo real es hacerse con el control del mercado intersexual y de controlar el modelo de reproducción de la sociedad. Poco a poco empezamos a dibujar un patrón en el pensamiento feminista que nos acerca a analizar lo que es el patriarcado, cómo la revolución sexual influye en él, y si el patriarcado forma parte de un eje de opresión. Esta causa feminista, este objetivo, es el que analizaremos en el siguiente bloque.

QUÉ ES EL PATRIARCADO

Recapitulando lo visto en los puntos anteriores, podemos decir que el feminismo es un movimiento identitario cuyo origen data de la década de los sesenta en el momento en el que un cambio material como lo fue la introducción de la píldora anticonceptiva, posibilitaba que los crecientes cambios culturales en la mentalidad de la época se encarnasen en la revolución sexual. Además, la publicación de la obra de Betty Friedan acerca de la postergación de la maternidad y la perpetuación de la soltería alentaba a que ese objetivo de supresión del modelo familiar tradicional surgiese en el momento en el que el comienzo de la vida matrimonial privaba a las mujeres de la independencia de la que habían disfrutado en su soltería. Esta independencia, permitía a las mujeres alcanzar el súmmum de su poder sexual y retrasar indefinidamente las responsabilidades que una vida matrimonial conlleva. No era de extrañar que este modelo de revolución sexual estuviera relacionado con la píldora anticonceptiva, llegando a la conclusión de que el feminismo está inevitablemente ligado a la revolución sexual.

 

LA CAUSA FEMINISTA

La causa feminista, lejos de ser una búsqueda de la igualdad (siempre de resultados, nunca de oportunidades) es el control por el sistema reproductivo de la especie. Podemos dividir el análisis en dos partes, una sería un recorrido histórico, y otra la de la competencia intersexual, que gozará de una importancia capital. Comencemos por la parte del recorrido histórico.

Si tenemos en cuenta que el patriarcado es la piedra angular de la teoría feminista, encontramos que este concepto, en las publicaciones escritas es relativamente tardío. Primero fue el feminismo, y luego el patriarcado. En La mística de la feminidad apenas se hace una mención al concepto, y la propia autora lo concibe a través de su retórica como una organización del pasado:

Es posible, por supuesto, que el único efecto de la mayor sobreprotección es crear en la mujer una dependencia generalizada que luego será transferida al marido, y que le permitirá a ella aceptar su rol como esposa en una familia que aún tiene muchos rasgos patriarcales.[20]

Resulta difícil de entender como un concepto que la propia Betty Friedan interpreta que apenas existe en algunos modelos de familia tradicional se convierta en la piedra angular de la causa feminista moderna. Esta obra intenta correlacional la emancipación personal con la felicidad. Friedan cree haber encontrado el problema de la mujer de la época, esa ama de casa que, liberada de muchas de sus cargas debido al avance tecnológico y los avances sociales, disponía de mucho tiempo y “se aburría”. Este es el malestar. La causa de este malestar era la falta de emancipación personal y la propia Betty Friedan abogaba por que la mujer se incorporase más en el mundo laboral. La obra está situada en el contexto de los inicios de la revolución sexual. Cuando digo que el feminismo tiene su origen con esta obra, no lo digo por decir, verdaderamente considero a esta obra como el primer libro feminista de la historia.

“Ahora veo la necesidad del movimiento de las mujeres por la igualdad como simplemente una necesaria primera etapa de una revolución sobre los roles sexuales mucho mayor. Nunca lo he visto en términos de clase o raza: las mujeres, como clase oprimida, luchando por derrocar o tomar el poder de los hombres como una clase, la de los opresores[21].”

Vemos como la retórica usada en la obra podría haber sido escrita perfectamente en 2022, coincidiendo con el pensamiento feminista actual. Dado que la retórica expuesta por Friedan que data de la década de los sesenta sigue siendo la misma que ahora, esto confirma lo expuesto en la introducción, que la segunda y la tercera ola son exactamente lo mismo en motivos ideológicos.

Existen diversos episodios que confirman lo aquí expuesto y que atenúan un deseo por el control de la especie. Por ejemplo, poco después de la publicación de la obra de Betty Friedan, surge la revista Cosmopolitan[22], que comienza a cambiar su línea y empieza a ser una revista dirigida exclusivamente a las mujeres y en las que se animaba a éstas a disfrutar plenamente de su soltería. Por tanto, una vez que el feminismo tuvo su origen gracias a la revolución sexual, estaba muy centrado en la demora del matrimonio, dado que éste supondría una pérdida de su hegemonía social y sexual. Sin embargo, este modelo estaba basado en elucubraciones, no había ninguna teoría escrita al respecto, y es aquí donde apareció La dialéctica del sexo de Sulamith Firestone. El feminismo de la época de la revolución sexual ya tenía la coartada perfecta para justificar sus deseos de dominio del control reproductivo de la especie. La obra de Firestone se puede entender como un manifiesto de este tipo de feminismo. Además, es gracias a este libro que sabemos lo que es el patriarcado. Para Firestone, el matrimonio y el emparejamiento heterosexual a largo plazo constituían el patriarcado, dado que el no poder disfrutar de la soltería suponía una opresión hacia la mujer, formando así una clase oprimida y otra clase opresora. Y el patriarcado, atendiendo a las estructuras jerárquicas primarias, sería la institunalización del matrimonio en estas estructuras jerárquicas de dominación, apelando a la monogamia estable como el modelo reproductivo preferido de éste patriarcado institucional. Esto deja a las claras que, dado que la perpetuación del matrimonio y el modelo de monogamia estable eran una forma de opresión hacia las mujeres, el objetivo de la revolución sexual feminista era acabar con el matrimonio, con el sistema de monogamia estable, y con el embarazo, dado que éste último privaba a las mujeres del control de su propio cuerpo. Firestone decía de hecho, que el embarazo era una práctica bárbara[23].

La línea temporal está muy clara, las primeras ideólogas del feminismo, como lo puede ser Betty Friedan, ya habían dejado claro que el objetivo era posponer el matrimonio y la maternidad y se comenzaba a hablar abiertamente de abolir estas instituciones. Más tarde, con La dialéctica del sexo y la influencia de la lucha de clases en el sexo hubo un creciente deseo por establecer la separación de amor y el sexo en tanto que encarnaban dinámicas de poder[24]. Queda demostrado que el recorrido histórico del feminismo nos muestra que la auténtica y verdadera causa feminista es la de un movimiento cuyo objetivo es apoderarse del control reproductivo, aboliendo el modelo tradicional de familia heterosexual y animando a seguir un modelo que aplace el matrimonio lo máximo posible. Pero, ¿Cuáles son los motivos subyacentes a este deseo? Recordemos que he empezado este punto diferenciando entre dos partes, la parte historiográfica a la que ha ido dedicado este punto, y la parte de la competencia intersexual, que será el siguiente punto que nos ocupa y que nos aclararán esos motivos subyacentes.

LA COMPETENCIA INTERSEXUAL EN RELACIÓN AL PATRIARCADO

 

CAOS Y ORDEN: EL ETERNO PODER FEMENINO NATURAL

Hay un pasaje del libro de Jordan Peterson, 12 reglas para vivir, que me parece sublime, y viene a colación para el punto que vamos a tratar a continuación. Por ello, me voy a tomar la licencia de citar algunos de éstos pasajes.

Caos y orden están estrechamente ligados entre sí, una especie de teoría de acto y potencia aristotélica. Podemos pasar del orden al caos en cuestión de milésimas de segundo, incluso cuando ello no depende de nosotros. El orden es el matrimonio que funciona de forma estable y el caos penetra cuando uno de los dos pide el divorcio. Cuando cosas así suceden, el panorama cambia radicalmente.

La forma en la que se percibe el caos y orden, no es una forma objetiva de ver el mundo, ni si quiera en cosas tangibles. Durante milenios hemos evolucionado en el marco de circunstancias sociales, lo que significa que lo que percibimos son personalidades, no objetos. Las personalidades que percibimos son masculinas o femeninas. Lo masculino y lo femenino son categorías ancladas en nuestra mente. Pero, ¿Qué tiene que ver el orden y el caos con lo masculino y lo femenino? La verdad es que tiene muchísimo que ver. El orden aparece asociado a la masculinidad de forma simbólica, tal y como menciona el símbolo taoísta del ying y el yang. Esto se debe a que las estructuras jerárquicas primarias en la sociedad son masculinas. Los hombres, históricamente, han sido los constructores de pueblos y ciudades, ingenieros, leñadores… Sin embargo, este orden, si se lleva demasiado lejos, puede degenerar en violencia y autoritarismo. El caos se asocia con lo femenino, ya que todas las cosas que conocemos nacieron primero de lo desconocido, del mismo modo que todos nacimos de madres.[25]

Sin embargo, hay algo a comentar dentro del caos, mucho más importante que el orden masculino. El caos femenino es también la fuerza de la selección natural. Las mujeres son muy exigentes a la hora de emparejarse pues la mayoría de hombres no está a la altura de sus criterios (Así, podemos ver que las mujeres, estadísticamente, suspenden al 85% de hombres que se cruzan en la plataforma Tinder). También es por eso que nosotros tenemos el doble de antepasados femeninos que masculinos. Y esto es una teoría de cuello de botella: cien hombres y una mujer podrán tener solamente un hijo en un año, mientras que cien mujeres y un hombre podrán tener cien hijos en un año. La vida de la mujer es más valiosa porque marca el papel reproductivo de un grupo. No es casualidad que a la madre naturaleza se le llame “madre” por algo. La naturaleza selecciona, la mujer selecciona.

Es la mujer, en el papel de la naturaleza la que mira al hombre y le dice: “NO.” Para los hombres, es un encuentro directo con el caos, algo que sucede de forma devastadora cuando éstos no consiguen una cita. Es esa fuerza natural femenina a decir que no, la que ha marcado la tendencia evolutiva de la especie. [26]

Si acaso los nazis hubieran podido implementar sus técnicas eugenésicas, no serían más que una fachada a la auténtica selección eugenésica de la historia, que no es otra que la eugenesia que aplican las mujeres a la hora de propagar sus genes.

Es la naturaleza, en el papel de la mujer la que dice: “Perdona, eres una persona muy agradable y simpática, pero nuestra experiencia compartida por el momento no es la suficiente como para que yo propague los genes de la especie humana contigo”. O lo que es lo mismo: “Te quiero, pero solo como amigos.”[27]

LA COMPETENCIA INTERSEXUAL ESTADÍSTICAMENTE

Hombres y mujeres compiten en un mercado intersexual en el que la mujer está en una clara posición de superioridad respecto al hombre. De acuerdo a la analogía expuesta anteriormente de orden y caos, la mujer es mucho más selectiva a la hora de entablar relaciones sexuales[28]. La mujer no solo corre el riesgo de exponerse a enfermedades venéreas, sino que además corre el riesgo de exponerse a quedarse embarazada del mayor imbécil de la humanidad. Es por eso que el filtro que aplican las mujeres es mucho mayor que el que aplican los hombres. Esto lleva a que mujeres y hombres adopten distintos roles. El de la mujer sería un rol de selección estricta, y el de los hombres sería un rol de seducción indiscriminada. Una prueba de que las mujeres son muy selectivas es que consideran como no atractivos a cuatro de cada cinco hombres[29]. Dado que la mujer adopta ese rol de selección estricta, rara vez veremos de forma general que la mujer es quien adopta el rol de seductora[30]. Y la prueba está en que el hombre, de media, no recibe ni un solo avance o propuesta de carácter sexual por parte de la mujer, mientras que la mujer recibe de media cuatro avances, y dado que suspende a cuatro de cada cinco hombres, podemos decir que, de media, el hombre es considerado en su mayoría como no atractivo[31]. Que el hombre sea considerado como no atractivo acarrea una clara carga en el mercado intersexual, puesto que la soltería para el hombre no es algo voluntario, mientras que para la mujer o es transitorio o es voluntario[32]. Las mujeres, al aceptar solo a aquellos varones que ellas consideren como sus mejores candidatos, quiere decir que un pequeño grupo de hombres acaparará todo el interés femenino[33], mientras que el resto de hombres podrá darse con un canto en los dientes si consigue una cita. Sabemos que estas tendencias son naturales[34], pues siguen una distribución de Pareto de forma sistemática. Sabemos que estas tendencias son evolutivas[35], pues las encontramos en distintas especies del reino animal, y sabemos que no es una imposición cultural, pues también ocurría en el momento en el que las tribus de cazadores nómadas del neolítico existían[36].

Podemos concluir que, dada la alta evidencia científica y estadística, hay claras diferencias en el comportamiento sexual entre hombres y mujeres y que los hombres están en desventaja respecto a las mujeres en el mercado sexual, y siendo éstas las que seleccionan a sus parejas[37], algo que ya habíamos pasado por encima en el punto de orden y caos. Siguiendo la distribución de Pareto, las mujeres, al escoger a los más aptos de forma sistemática, centrarán su interés en un selecto grupo de hombres que acaparará todo el interés femenino. Jordan Peterson nos explica perfectamente en qué consiste esta distribución.[38] Esto significa que, las jerarquías humanas en el mercado intersexual, lejos de responder a elementos patriarcales subyacentes, se organizan en tres categorías: Mujeres, high rank males, (que serían un 20% que acapara el interés femenino), y low rank males (que corresponde un 80% de los hombres cuyo éxito con las mujeres es casi nulo). De estos tres grupos bien definidos es de donde surge la competencia intersexual. Un ejemplo claro de la manifestación de esta competencia y de cómo interactúan estas tres categorías en el mercado intersexual lo encontramos en las distintas apps de citas.[39]

Siguiendo este modelo pseudocapitalista de entender las relaciones intersexuales, la liberación sexual no puede garantizar un reparto equitativo de encuentros sexuales o románticos, ya no solo porque la atracción es subjetiva, sino porque hombres y mujeres compiten en posiciones distintas. A menudo se suele usar al grupo de high rank males para representar una constante fija en el colectivo de varones, pero no solo se hace en referencia a la competencia intersexual, sino en todos los ámbitos y estratos sociales, dando a entender que ese 20% representaría el patriarcado enteramente. Si bien es cierto que la estructura jerárquica social es enteramente masculina, de acuerdo a la analogía de orden y caos expuesta anteriormente, no constituye la idea moderna del patriarcado. El hecho de que la mayoría de riqueza económica sea ostentada por el hombre, o que los premios Nobel sean dados a hombres en proporciones mayores a las mujeres, eso solo representa un porcentaje minoritario de hombres, lo que en esencia sería ese grupo que hemos catalogado como “high rank males”. Los low rank males, sí que serían, por el contrario, una constante fija en el colectivo de varones. De tal modo que, de forma global, la mayoría de presidiarios son hombres[40], la mayoría de personas sin hogar en España son hombres[41], la mayoría de asesinados a nivel global son hombres[42], la mayoría de suicidios son hombres[43], la mayoría de personas inmiscuidas en drogodependencia son hombres[44], la mayoría de personas que abandonan los estudios son hombres[45]No existe la dominancia de poder en ningún caso. Para la ideología feminista existe un gran hincapié en relegarlo todo al poder, y es un fallo muy grave que tiene la crítica feminista, entender una mera estadística desigual, como un ejercicio de poder. El sexo es poder, las jerarquías son poder, las dinámicas entre hombres y mujeres son poder, el amor es poder… y en efecto, todo esto es poder, pero no solo es eso. El sexo es poder, pero también es erótica. Las jerarquías son poder, pero también son competencia, las dinámicas entre hombres y mujeres son poder, pero también son respeto. Relegarlo todo al poder, es un resumen extremadamente simplista. Como también es simplista el hecho de aplicar este esquema a la competencia intersexual. Lo que se hace desde posturas feministas es extraer esa proporción diminuta de hombres exitosos, y presentarlos como la totalidad para representar toda la estructura de la sociedad. Hay una razón detrás de que un porcentaje minoritario de hombres tenga éxito con las mujeres, de que un porcentaje minoritario de hombres acapare los altos puestos y mandos de corporaciones empresariales multimillonarias, del mismo modo que también hay una razón detrás de que la mayoría de personas que sufran todas las condiciones anteriormente expuestas (asesinatos, pobreza extrema, suicidios…) sean hombres, y por supuesto nada tiene que ver con el patriarcado que también afectaría de alguna forma a los hombres. Con esto, introducimos la teoría de la mayor variabilidad masculina.

LA TEORÍA DE LA MAYOR VARIABILIDAD MASCULINA COMO ALTERNATIVA A LA EXPLICACIÓN FEMINISTA PATRIARCAL

Esta teoría fue creada para demostrar que los hombres estarían sobrerrepresentados en los extremos de dos variables, la de los genios y la de los idiotas. Para que nos entendamos, hay más hombres que son genios, pero también hay más hombres que son idiotas, mientras que la mujer se mantendría en la media de estas dos variables. Fue la crítica feminista Camile Paglia la que dijo: “No hay una mujer Mozart, porque no hay una mujer Jack el destripador[46]”. ¿Esto quiere decir que no es posible encontrar una sola mujer en los extremos de las variables? No, por supuesto que puede haber brillantes ingenieras, increíbles músicas y fantásticas empresarias. En todo momento se habla de una forma generalizada. Susan Pinker también habla de ello en su libro La paradoja sexual[47]:

Hay más hombres tontos y más hombres inteligentes. Más hombres vagos y más hombres dispuestos a matarse trabajando.

En la obra, Susan Pinker también relata otro estudio del que se hacía eco. El estudio en concreto es de Ian Deary, que llegó a documentar en 80.000 niños escoceses, viendo que a los 11 años los cocientes intelectuales de niños y niñas eran en promedio iguales. No obstante, la cantidad de niños en los extremos tanto superiores e inferiores de habilidades y torpezas era significativamente mayor que la de las niñas[48]. La filósofa Helena Cronin, nos explica de forma notabilísima cómo funciona el fenómeno de la teoría de la mayor variabilidad masculina[49].

Tanto Theodor Hill y Sergi Tagashnikov, creadores de la teoría de la mayor variabilidad masculina, pretendían elaborar una teoría matemática que explicara ciertos comportamientos de hombres y mujeres, fue así como se creó la teoría de la mayor variabilidad masculina, sustentada en argumentos matemáticos basados en principios biológicos evolutivos como los ya expuestos. Es importante aclarar de nuevo que esta teoría no juzga individuos, y que éstos no están representados por las estadísticas de sus grupos. Bien es cierto que estas medias estadísticas y estos datos nos puedan ayudar a interpretar y comprender las causas que dan lugar a una realidad concreta y no abstracta ni subjetiva. Si no se acepta la teoría de la mayor variabilidad masculina, todas las dinámicas entre hombres y mujeres y las posibles desigualdades que cabría encontrar, quedarían relegadas a la construcción social machista de nuestra sociedad. La realidad es que hay factores innatos y que hay factores sociales que condicionan nuestras elecciones a lo largo de nuestra vida. Cierto sector del feminismo aboga por que seamos un folio en blanco al nacer, una tabla rasa, y esto no es así. Aceptar la teoría de la mayor variabilidad masculina quizás explica muchos de los comportamientos que se dan entre hombres y mujeres como lo pueden ser los relativos a la competencia entre sexos y cómo hombres y mujeres adoptan distintas estrategias de seducción. Pero aceptar la teoría de la mayor variabilidad masculina socavaría los intentos feministas de demostrar que los factores culturales son los que permean nuestros comportamientos dentro de la sociedad.

MONOGAMIA VS POLIGAMIA

De alguna forma, el feminismo sería una especie de modelo capitalista en cuanto al sexo se refiere y un modelo socialista en cuanto a economía se refiere. Los hombres son los propietarios casi todas las riquezas del mundo, y, por tanto, una redistribución de la riqueza, ayudaría a que las mujeres también alcanzasen esos estatus económicos (Vemos como lo que importa es imponer la igualdad de resultados, y no la igualdad de oportunidades). Sin embargo, a la hora de hacer lo propio con el sexo, la defensa del liberalismo sexual no es conveniente para las mujeres porque eso supondría acabar con el poder que ya tienen. Con esto no quiero decir que yo pretenda acabar con este sistema de relaciones entre sexos dado que el sexo no es un juego de suma cero. En todo caso, a la posición feminista que busca la igualdad, siempre habrá detrás una interpretación de la igualdad que impulse a la mujer, ya que estas dinámicas tienen muy poco que ver con la igualdad objetiva y en verdad solo se busca que el control de la hegemonía sexual pertenezca a la mujer, como ya habíamos analizado en el punto de la revolución sexual.

Hay estudios científicos que corroboran que el control de la hegemonía sexual es primordial dentro del colectivo de mujeres, pues éstas castigan socialmente a aquellas mujeres que decidan saltarse el rol de selección que ellas mismas aplican a la hora de relacionarse con otros hombres[50]. De lo contrario, esto supondría una merma para su poder sexual. En por eso que a lo largo de este trabajo he dado tanta importancia a la sexualidad humana y las dinámicas entre hombres y mujeres, porque no puede entenderse la dualidad y la rivalidad feminismo VS patriarcado sin desligarla de la sexualidad humana.

Desde el surgimiento de la revolución sexual, el feminismo ha tratado de alejarse del modelo monógamo y acercarse al modelo de la revolución sexual. El modelo monógamo sería el modelo patriarcal, estrechamente relacionado con el de la familia tradicional. Un mercado sexual regulado, que se correspondería con un modelo de monogamia estable, favorecería más a todos los hombres pues a cada hombre le correspondería una pareja, algo que el feminismo de la revolución sexual no acepta, pues el matrimonio estable supone una merma para su libertad sexual. En este modelo las mujeres deben comprometerse y pierden su independencia sexual, las relaciones a largo plazo están repartidas uniformemente y las mujeres se emparejan con los hombres que son buenos para su futuro. Con este modelo se incrementa la igualdad objetiva entre hombres y mujeres, algo que no es conveniente para el feminismo de la revolución sexual que pretendía acabar con el modelo tradicional de familia. Por el contrario, el modelo de la revolución sexual, tal y como hemos analizado anteriormente supondría la perpetuación del poder sexual femenino en tanto que las mujeres eligen cuando, con quién y con cuántos sin ningún compromiso. El sexo es casual y se acumula en los percentiles más altos, las mujeres se emparejan con los hombres que resulten más atractivos y reduce la igualdad objetiva entre hombres y mujeres. Este modelo de la revolución sexual feminista señala al modelo monógamo como desigual.

Pero, vemos como señalar al modelo monógamo es incorrecto. El modelo monógamo conduce a una sociedad menos violenta, más igualitaria y con mayores índices de felicidad.[51] Es el modelo de la revolución sexual el que causa la diferencia sexual, dado que las mujeres tienen más hombres a su disposición (tal y como habíamos analizado en el punto de “la competencia intersexual estadísticamente”), a expensas de los low rank males y, por tanto, no puede ser señalado como un modelo que persiga la igualdad. La liberación sexual potencia los sesgos cognitivos naturales, ya que cuanto mayor igualitaria socialmente es una sociedad, los determinantes naturales se maximizan[52]. De modo que, señalar que el origen de los males de las mujeres sea la monogamia, tal y como Betty Friedan defendía, no obedece a un análisis objetivo, sino que obedece a un sesgo, concretamente al sesgo de confirmación. Es importante entender esto, porque de todo este análisis exhaustivo podemos entender cómo surgió el patriarcado. Desde nuestra teoría: lo material precede a lo cultural, podemos explicar el origen del patriarcado, ya que la literatura feminista es incapaz de dar cuenta de cómo es posible que todas las culturas del planeta de forma sistemática decidieran ya no solo implantar en modelo monógamo, sino también oprimir a todas sus mujeres a partir de este modelo deliberadamente. Si tenemos en cuenta que las sociedades desde el principio de los tiempos practicaban la poligamia, debiera haber un cambio material que desajustase este modelo, y esto obedece a un cambio en el atractivo masculino sexual[53].

EL ORIGEN DEL PATRIARCADO

Creo que, con toda la evidencia científica expuesta en los puntos anteriores, podemos establecer la hipótesis de que el patriarcado es el origen de la agricultura, que estaría estrechamente ligado al origen de la propiedad privada.

Si bien pudiera parecer una hipótesis un tanto alocada, me gustaría explicarla. La agricultura permite por primera vez en la historia la acumulación de recursos, y consecuentemente la propiedad privada de esos recursos por parte de ciertos individuos, algo que no se había dado nunca antes con la caza. La caza varía cada día y tiene una dependencia de los recursos perecederos del entorno, con lo cual es más fácil que ésta se reparta equitativamente entre todos los miembros de la tribu y sea algo difícil de privatizar. No sucede lo mismo con la agricultura. Los recursos determinan el estatus social, y el estatus social es atractivo para las mujeres. Dado que el exceso de recursos es acumulativo, aquellos individuos que acumulen más y más, de acuerdo a un ciclo de retroalimentación, generarán un estatus social cada vez mayor, disparando exponencialmente su potencial reproductivo.

El patriarcado funciona como una herramienta para controlar la sexualidad femenina, de modo que, si este planteamiento es acertado, debería haber una caída en el número de hombres que conseguirían reproducirse durante la aparición de la agricultura. Y de acuerdo a este estudio sobre la variabilidad genética vemos claramente cómo se produce un cambio social drástico[54]. De acuerdo a este estudio, el cuello reproductivo de los machos hace que varíe su éxito con las hembras, estableciendo una caída exponencial en cuento a poder sexual se refiere de aquellos hombres que no poseían la acumulación de recursos y el estatus social que proveía la agricultura. Este cuello de botella genético nos abre la puerta a entender cómo surgió el patriarcado, y cómo la opresión hacia las mujeres no es una teoría consistente.

Precisamente, sobre la opresión hacia las mujeres nos ocupa el siguiente bloque.

INTERSECCIONALIDAD

Uno de los conceptos más importantes del feminismo identitario es el de la interseccionalidad. Las críticas que ha recibido esta idea se refieren a que la interseccionalidad es negar las diferencias innatas entre hombres y mujeres y la intención de discriminar a los individuos de acuerdo con los grupos identitarios a los que pertenecen, estableciendo ya no solo opresores y víctimas, sino que también víctimas de primera y de segunda, de acuerdo a una especie de olimpiadas de la opresión. Es una dinámica de enfrentamiento de grupos, donde las supuestas víctimas deberían ser tratadas especialmente y con favoritismos. Esta crítica es aceptable, pero existe un problema más grave con la interseccionalidad, y es su inherente contradicción lógica.

LA CONTRADICCIÓN LÓGICA DE LA INTERSECCIONALIDAD

La interseccionalidad tiene su base en la acumulación de grupos. En la lógica matemática se define la intersección como una operación que resulta en otro conjunto que contiene los elementos comunes a los conjuntos de partida. Aplicado a lo que nos ocupa sería: entre el grupo de mujeres, y el grupo de homosexuales, la intersección estaría formada por el conjunto de mujeres lesbianas. Así es cómo funciona la interseccionalidad de forma matemática. Se establece que los grupos oprimidos deberían ser considerados como grupos identitarios, cada uno con opresiones específicas, y aplicar políticas de cuotas y de discriminación positiva en pos de establecer una utopía igualitaria para el conjunto de todos los grupos. El problema está en que son las propias feministas, en un alarde de totalitarismo, las que definen los privilegios y las opresiones de cada grupo.

Hablando en plata, para que la teoría de la interseccionalidad fuese lógicamente consistente, se requeriría que los privilegios o las opresiones fuesen una variable verdadera por definición de los grupos que los tienen. Un ejemplo de variable verdadera la podemos ver en los triángulos. Los triángulos tienen de forma verdadera tres ángulos, y no se puede encontrar nada más que eso, porque de lo contrario dejaría de ser un triángulo. Esa variable sí que es “heredada” por todos los tipos y subtipos de triángulos, pero no es posible hacer lo propio con las opresiones y los privilegios, puesto que tanto los privilegios y las opresiones no son variables que se puedan heredar. A diferencia de lo que sucedía con los triángulos y la variable de tener tres ángulos, es posible encontrar una mujer que no esté oprimida, porque la variable de ser mujer no tiene nada que ver con la variable de estar oprimida. Como ambas interpretaciones no pueden ser ciertas al mismo tiempo, se produce una paradoja.

En conclusión, la ciencia matemática viene a decirnos que los hombres no son privilegiados ni las mujeres son entes oprimidos. Pero se puede achacar que, si bien las mujeres no están oprimidas, los hombres sí que pudieran tener privilegios en una sociedad patriarcal. Sobre los privilegios hablaremos en el siguiente punto.

PRIVILEGIO

Primero definamos qué características tiene el concepto de privilegio. Podemos establecer que el hecho de que alguien tenga un privilegio sobre otra persona que no lo tiene, es ventajoso para aquella persona que lo posee. Por tanto, ya hemos definido una característica que tiene el concepto de privilegio, y es que un privilegio es ventajoso para quien lo posee. A menudo un privilegio suele ser algo que se hereda, como lo puede ser la posición económica, que suele ir de padres a hijos. En este caso la posición económica del hijo de un multimillonario, va a ser mayor que la de un hijo de una cajera de supermercado. Esta posición económica del hijo del multimillonario ha sido heredada, y no se ha conseguido de acuerdo a ningún mérito, por tanto, ese privilegio se ha conseguido injustamente. Ya tenemos otra característica definida. Por último, para una persona que tenga un privilegio respecto de la que no lo tenga, esa persona podrá acceder a servicios que considera normales sin que se dé cuenta de que es un privilegiado por acceder a esos servicios por considerarlos normales. Así, podemos establecer que los privilegios también son invisibles para la persona que los posee. Seguramente encontremos más elementos que puedan definir un privilegio, pero sin duda estos tres son los más comunes: un privilegio es ventajoso e invisible para la persona que lo posee, y además ha sido ganado de forma injusta. Procedamos a refutar las tres características.

Ventajoso: Entre una mujer y un hombre, el hombre se suele decir que está en una posición de privilegio respecto de la mujer porque, por ejemplo, no sufre el acoso que sufre una mujer diariamente. Y si bien eso es cierto, la propiedad de ser un privilegiado se viene abajo cuando los hombres son asesinados en mayor medida que las mujeres. Lo que encontramos por tanto es que habrá ventajas y desventajas para ambos sexos en determinadas áreas sociales y culturales, pero en ningún caso esas ventajas son una propiedad necesaria para ser considerado/a privilegiado/a, porque del mismo modo que una mujer puede tener desventajas en un estrato, puede no tenerlas o tener ventajas en otro. La opresión establecida “por ser mujer” no se cumple.

 Injusto: La rueda del privilegio se usa para enseñar un marco modélico por el cuál qué categorías sociales pertenecerían a una clase privilegiada y cuales estarían oprimidas. Sin embargo, si echamos un vistazo al tipo de privilegios y opresiones que se achacan a cada uno de los sexos encontramos que son denominados privilegios características como la delgadez o el hecho de estar embarazada. Quizás para algunas personas ser delgado sea un privilegio, y para otras sea lo contrario. Lo mismo sucede con el embarazo. Por tanto, podemos decir que la rueda del privilegio sirve como cajón desastre donde cada individuo mete sus inseguridades y problemas, catalogándolos como opresiones o privilegios según convenga. Además, ¿Por qué establecemos que el criterio de ser mujer y estar embarazada es un tipo de desventaja? ¿Quién establece esos criterios? Si no somos capaces ni de determinar cuántos privilegios existentes hay, es evidente que no hay ninguna forma de evaluar de forma objetiva la lista de privilegios, y que, por tanto, los privilegios pasarían a ser infinitos. Si los privilegios fueran infinitos, se debería seguir, por pura coherencia, que los conjuntos o grupos interseccionales también lo son. Esto es claramente contradictorio, porque si el objetivo de la interseccionalidad es tratar a cada grupo de acuerdo a sus privilegios, en caso de que estos privilegios fueran infinitos habría que fraccionar todas las opresiones y privilegios hasta llegar a un individuo sin privilegios ni opresiones. He aquí la contradicción. Desde la interseccionalidad se niega que los juicios sean individuales, y que estos juicios se realicen de acuerdo a cada grupo apoyando leyes de cuotas o políticas específicas para cada grupo. En conclusión, la teoría de la interseccionalidad se refuta a sí misma al juzgar a las personas individualmente a través de los privilegios y opresiones infinitas de cada grupo.

Invisible: La invisibilidad de los privilegios suele utilizarse por las feministas como carta blanca para incorporar medidas de discriminación positiva y políticas de cuotas, argumentando que, si los hombres no ven la necesidad de ayudar a las mujeres en ciertas medidas políticas, es porque los privilegios del hombre son invisibles para ellos mismos, y que por eso no ven la necesidad de ayudar. A este argumento se le puede dar la vuelta para acabar dejando a quien lo esgrima en una posición indecidible, ya que la propia invisibilidad de los privilegios hace que las mujeres también sean privilegiadas sin que ellas se den cuenta. En todo caso, tales afirmaciones cuentan con la misma base estadística, científica, empírica y lógica: ninguna. La invisibilidad de los privilegios puede hacer uso de cualquier excusa que justifique la discriminación legal.

LOS HOMBRES Y LA OPRESIÓN

Dado que el agente opresivo que el feminismo interseccional ha declarado como el enemigo común es el hombre, y más concretamente el hombre blanco heterosexual que acumula todos los privilegios, se hace necesario un análisis que demuestre que los roles de género opresivos no son tal cosa. Damos paso a la desechabilidad masculina y la deshumanización del varón.

DESECHABILIDAD MASCULINA

La desechabilidad masculina es la tendencia que tiene la sociedad a desechar (valga la redundancia) la vida del hombre en pos de salvaguardar la de la mujer. Esta tendencia está más que corroborada por la ciencia a través de experimentos como el de la máquina moral[55]. Otro experimento nos mostraba cómo a la hora de administrar descargas eléctricas a pacientes a cambio de dinero, los participantes paraban de realizar descargas cuando el paciente era una mujer en mayor medida que si fuera un hombre[56]. El ejemplo más claro de desechabilidad masculina lo encontramos en el Titanic: “mujeres y niños primero”. De hecho, cada vez que se habla de los casos donde el hombre se ve afectado en proporciones mayores a la mujer, se hace para enfatizar la victimización femenina. De este modo tenemos a personalidades como Hillary Clinton diciendo que las principales víctimas de la guerra eran las mujeres porque perdían a sus maridos, padres y hermanos[57]. La desechabilidad masculina acontece también a la hora de penalizar delitos. Los hombres son sistemáticamente condenados a más pena que las mujeres cuando cometen el mismo delito, mientras que las mujeres son juzgadas con menor severidad[58]. Vemos como a la hora de hablar de las variables que afectan desproporcionadamente a los hombres (drogodependencia, asesinatos, abandono escolar, suicidio…) se usan únicamente para enfatizar la victimización femenina.

Me niego a pensar que existe un deseo deliberado de nuestras sociedades para aceptar la desechabilidad masculina como una construcción social. La desechabilidad masculina, si bien es un fenómeno social, no quiere decir que cada persona prefiera la vida de una mujer por encima de la del hombre. Esta tendencia sigue procesos evolutivos, y su existencia está más que corroborada en la ciencia. Queda demostrado que, en todas las sociedades, el sacrificio sistemático de los hombres para la salvaguardar la vida de las mujeres es una constante fija. Desde posiciones feministas, se suele mover la carga de la culpa al propio sistema patriarcal siguiendo con la retórica de las causas culturales que generarían todas estas variables. Sería la sociedad patriarcal la que enseñaría que son los hombres los que tienen que ser duros, abnegados, no llorar, vestir formalmente… y que esto se solucionaría con más feminismo. Para refutar esta hipótesis de causas culturales es necesaria una prueba contundente que demuestre que la desechabilidad masculina tiene su haber en causas naturales o materiales. Es aquí donde aparece la teoría de cuello de botella reproductivo de la que habíamos hablado anteriormente. Esta teoría nos dice que el hecho de que la vida de la mujer sea más valiosa que la de un hombre, es porque es la mujer la que marca el potencial reproductivo de un grupo determinado. La muerte de un grupo indefinido de hombres no tiene ningún impacto a la hora de seguir con la continuidad de una especie. En cambio, las consecuencias de la muerte de un grupo indefinido de mujeres suponen un impacto altamente significativo en el desarrollo evolutivo de un grupo. Esto se ve reflejado en la hipótesis de Trivers – Willard[59]. Esta hipótesis viene a confirmar que el sexo de nuestra descendencia no es aleatorio como se cree popularmente, sino que se mueve en torno a uno u otro sexo en función de cómo de alteradas estén las circunstancias del entorno. De este modo, 150 fetos masculinos serían concebidos por cada 100 fetos femeninos. Esto quiere decir que, de alguna forma, nuestra biología anticipa la desechabilidad masculina como una realidad natural. Así, un mayor número de mujeres nace cuando la supervivencia del grupo está en peligro, y un mayor número de hombres nacen después de masacres donde la vida de los hombres ha sido sacrificada en números muy elevados como pueden ser las guerras[60]. La desechabilidad masculina por tanto es universal y compensa ambos sexos. De alguna forma, nuestra biología está preparada para que, en caso de que sean las mujeres las que están en peligro, nuestra realidad biológica haga que nazcan más mujeres, y eso no es posible si se supiera que estas mujeres van a estar protegidas por el resto del grupo.

De este modo, esta tendencia biológica y material, a riesgo de que se me catalogue como biologicista, demuestra que solucionar el problema de la desechabilidadd masculina con teoría feminista no es algo que pueda funcionar. La teoría feminista queda incapacitada para explicar estas tendencias, como también queda incapacitada para explicar cómo es posible que, en un sistema patriarcal de dominación, la mujer nunca ha sido capaz de imponerse y cambiar las tornas de este modelo. Algo que está ligado inevitablemente a estas tendencias expuestas por la hipótesis de Trivers – Willard, por la que las mujeres gozarán de protección si la biología anticipa que han de nacer más mujeres para la supervivencia del grupo. Ese será el último punto a analizar.

DESHUMANIZANDO AL VARÓN Y DESHUMANIZANDO A LA MUJER

La propia Betty Friedan sugiere de alguna forma ya sea intencionada o no, que la opresión a las mujeres no es tal, que los roles de género no son imposiciones y que el objetivo feminista es la postergación de la maternidad. Por tanto, a mí me surgen ciertas dudas de cómo ese sistema de opresión sobre la mujer ha sido capaz de surgir de la misma manera en casi todas las culturas. Es aquí donde me gustaría traer a colación una teoría expuesta por Daniel Jiménez en su libro Deshumanizando al varón, donde la imposición de roles de género no sería otra cosa que un acuerdo entre hombres y mujeres que se dio desde principios de los tiempos. Y que, por tanto, las conquistas feministas no serían otra cosa que un reajuste de los términos de ese acuerdo o una obsolescencia. Dado que a lo largo de todo el trabajo hemos ido desmontando que la opresión patriarcal no es tal, que la interseccionalidad entra en contradicciones y paradojas desde un punto de vista lógico, y que el patriarcado nada tiene que ver con un sistema que los hombres utilizan para el control y la opresión de las mujeres, solo queda por analizar la parte relativa a los roles de género.

Si bien es cierto que Daniel Jiménez titula a su obra “Deshumanizando al varón”, creo que el título hubiera sido más correcto de esta forma: “Deshumanizando al varón y deshumanizando a la mujer”. Estos papeles de víctima y verdugo de acuerdo al sexo deshumanizan al varón al reducirlo a un ser irracional y violento desde el principio de los tiempos. Además, pienso que también deshumanizan a la mujer al reducirla a un ente incapaz de valerse por sí misma, débil y sometida desde el inicio de los tiempos, otorgándoles un rol pasivo y sumiso. Por tanto, considero que la teoría de Daniel Jiménez que dice que los roles de género fueron algo consensuado y no una imposición, es bastante acertada. El acuerdo primigenio sería: los hombres ofrecen protección y seguridad a cambio de estatus social proveído por las mujeres. Tal y como habíamos comentado en el punto de la desechabilidad masculina, la supervivencia de las mujeres del grupo es más importante para su continuidad evolutiva. Como habíamos analizado en el punto de “El origen del patriarcado”, el papel de los hombres cazadores tiene una mayor importancia para la supervivencia del grupo. Esto quiere decir que el hombre sacrifica su vida exponiéndose al riesgo ofreciendo seguridad a cambio del estatus social que una mujer puede proveer. Así pues, nuestra primera conclusión es que los roles de género, en un principio, fueron transaccionales, y no una imposición. Es por eso que este modelo transaccional se impuso en todas las culturas de la misma manera sin que las mujeres se alzasen en armas, y no porque los hombres lo impusieran de forma violenta o porque las mujeres son demasiado débiles y sumisas como para no revelarse frente a este juego de roles.

Sin embargo, alguien pudiera argumentar que no es posible que los roles de género sean algo consensuado, pues hemos visto un trato desfavorable hacia las mujeres a lo largo de la historia en cuanto a derechos y libertades se refiere, algo que no sucede con los hombres. La respuesta feminista sería la de que efectivamente, los hombres rompen este modelo transaccional, imponiendo un modelo patriarcal de forma violenta. Como hemos dicho, los papeles de víctima y villano deshumanizan a ambos sexos, por eso se requiere un análisis en profundidad, y habría que pararse a chequear porqué este modelo inicialmente consensuado se torna opresivo para las mujeres.

La piedra angular de este trabajo había sido la de que lo material precede a lo cultural, y de este modelo se sigue que el acuerdo se torna opresivo. Son los cambios materiales en el entorno los que producen los cambios en la cultura. El cambio material que hace que a las mujeres ya no les beneficie el acuerdo primigenio no es otro que el avance tecnológico. El mundo siempre evoluciona a una mejoría tecnológica, y, por tanto, la evolución humana a través de la tecnología, ha permitido que el mundo cada vez sea un lugar menos peligroso, con lo cual, la mujer, atendiendo al acuerdo primigenio, ha necesitado cada vez menos protección. Por eso su parte del acuerdo es el término más obsoleto y el más actualizado a medida que avanzaba la sociedad tecnológicamente. Podemos ver de forma más notoria las desventajas femeninas porque es su parte del acuerdo la más actualizada y cambiada en tanto que cada vez necesitan menos protección por el avance tecnológico.

Y por este motivo, las libertades femeninas se han conquistado tras cambios materiales y de avance tecnológico, es decir, por un nuevo acuerdo entre hombres y mujeres. Por poner un ejemplo, las mujeres nunca hubieran podido acceder al mercado laboral sin el cambio material que supuso la revolución industrial. Es por eso que, cuando hay un desequilibrio entre hombres y mujeres, se habla de obsolescencia y de desactualización de roles, y no de opresión, y solo ahí, se renegocia el acuerdo. Lejos de ser algo patriarcal, el reajuste también ha sido deseado por parte de los hombres. Por ejemplo, a pesar de que en la Primera convención por los derechos de las mujeres las sufragistas negasen el acceso a los hombres, 32 hombres firmaron la declaración de Sentimientos en favor del sufragio femenino[61].

En conclusión, si seguimos este modelo transaccional podemos decir que las mujeres nunca han estado oprimidas de forma deliberada por los hombres, ni los roles de género nacieron con el deseo de someterlas. Si bien esta teoría puede ser susceptible de parecer una provocación para ciertos sectores feministas, considero que esta explicación es menos abstracta, difusa y metafísica que la de la opresión patriarcal.

CONCLUSIÓN FINAL

Este trabajo ha tratado en todo momento de alejarse de ideologías, de tratar de ser lo más objetivo posible, de analizar fríamente datos estadísticos y estudios científicos, y quizás sea susceptible de ser tachado de problemático por ello, dado el fuerte identitarismo en el que estamos inmersos. No me gustan las ideologías, no me gustan los identitarismos, El identitarismo ha arraigado con una fuerza tremenda en las sociedades occidentales, donde ser feminista o ser de derechas, o ser antirracista, o ser nacionalista, significa que se nos da la oportunidad de pertenecer a la tribu. Ante la incertidumbre, entablamos a los demás en categorías, y de eso bebe el identitarismo. Hay una necesidad perniciosa de catalogar, de establecer a cada uno en sus casillas. Ser equidistante es prácticamente un insulto porque supone estar en el limbo del “o estás conmigo o estás contra mí”. Y es ahí donde estamos, debemos silenciar y apartar ciertos discursos porque son malos. Pero, ¿Es la maldad lo que hay detrás? ¿Por qué no intentamos entender el porqué de algunos discursos? Hemos llegado a un punto tal de desconfianza que la libertad de expresión lo concebimos como algo reaccionario. Y porque pensamos que los contrarios a mi pensamiento están preparados para atacar. Y ese es el problema, porque para escuchar a otra persona, debemos estar convencidos de que no hay intención de destruir. Es necesario entender que la persona que tienes delante sabe algo que tú no. La ideología o los pensamientos que detectamos del otro, sentimos que son una amenaza para nuestras convicciones. Esto es contra lo que hay que combatir realmente, esta posición identitaria que está generando estas luchas enfrentadas de oprimidos contra opresores, de blancos contra negros, de mujeres contra hombres, de feministas contra no feministas, de izquierdas contra derechas… quizás debamos salir un poco de la comodidad que nos otorga nuestra tribu, quizás debamos ser un poco más equidistantes con el otro. Siempre se dice que todos tenemos una responsabilidad para hacer el mundo mejor, para acabar con el patriarcado, con el calentamiento global, con las desigualdades... Yo me pregunto, ¿Por qué tenemos que intentar acabar con los problemas del mundo? Si ya de por sí resolver un problema o arreglar algo es muy complicado, imagina resolver el problema del patriarcado desde unas dinámicas de confrontación como son los identitarismos. Quizás deberíamos preocuparnos por hacer el bien en nuestra esfera, pues todos podemos hacer una gran cantidad de bien por nuestra cuenta. El simple hecho de ver un perro por la calle y acariciarlo, el hecho de dejar a los chavales montar en monopatín en paz, sonreírle a un niño por la acera… Son las pequeñas cosas las que hacen un mundo mejor y más libre. Quizás resolver los problemas del mundo es algo que nos supera, quizás antes de salvar el mundo deberíamos empezar por salvarnos a nosotros mismos, quizás ordenar nuestra habitación podría ser un buen comienzo.



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Comentarios

  1. Hola, Christian. En primer lugar, te felicito por aventurarte a leer sobre feminismo, y te invito a que releas los libros que hayas consultado, porque claramente no los has entendido. Te invito también a que releas a Nietzsche, si es que ya lo habías hecho, porque tampoco pareces haber entendido mucho de lo que dice el autor que, a pesar de su misoginia (por si no lo sabías), se encuentra en la base del postestructuralismo francés, que a su vez es el antecedente directo de la mayoría de autoras feministas contemporáneas. Te recomiendo Nietzsche (Deleuze, 2019), como una lectura para acompañarte en la introducción a un autor tan verdaderamente apasionante.

    En segundo lugar, y ya hablando propiamente de las líneas que escribes, te escudas bajo infinidad de datos "científicos" y estadísticas, porque sabes que si no lo adornases con numeritos que le dieran un halo de objetividad, se vería que lo que estás diciendo no tiene ningún tipo de sustento. No es que esté en contra de la estadística (la sociología, por ejemplo, es una disciplina humanístico-social muy respetable, que depende en gran medida de ella), o de los estudios científicos, sino que estoy completamente en contra de utilizarlos como argumento filosófico, además, en muchos casos, los utilizas de manera completamente falaz. Usos falaces con los que, por otro lado, ya estarás familiarizado, por haber leído la refutación que hace Frans de Waal, también desde un paradigma científico.

    Por otro lado, no tienes ni remota idea de lo que significa ideología, y lo demuestras en este y en tus escritos anteriores. Confundes ideología con demagogia, demagogia que, por cierto, es lo que describe la mayoría de tus escritos. Hablas sobre un tema sentenciando a diestro y siniestro, y protegiéndote de cualquier ataque con una sarta inabarcable de malinterpretados datos científicos. Un poco como el psicólogo tránsfobo de las langostas que tanto gustas citar, lanzando datos para ocultar que no tiene ni idea de lo que habla, y que tiene la comprensión lectora de un estudiante de secundaria. Para entender lo que es la ideología te recomiendo acudir a Ideología y aparatos ideológicos del Estado, de Althusser, es un buen punto de partida. Si quieres algo más contemporáneo, Slavoj Zizek también tiene trabajos interesantes al respecto.

    Concluyendo, y espero de verdad que este comentario no te ofenda, creo que te escudas en la objetividad y en abandonar "la ideología" porque no tienes ningún tipo de argumento real que sustente lo que dices: por ejemplo, que en las sociedades monógamas se vive más pacíficamente, o que las mujeres están en situación de igualdad y el feminismo es la lucha de las mujeres por hacerse con el control de la reproducción humana. Te recomiendo alejarte un poco del canadiense depresivo que tanto te gusta, y empezar a leer algo de filosofía, las recomendaciones que te he hecho, o cualquier otra obra, pero de filosofía, no de retórica con aspiraciones proto-científicas. Dale una vuelta. Si en algún momento quieres debatir sobre este o cualquier otro tema (ojo, debatir, no hacer de muro parlante), aquí me tienes.

    Un cordial saludo.
    Buen verano.

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  2. Christian eres bien guapo y estas muy bueno. Si escupes la redpill y dejas de ser tan misogino tienes una oportunidad real de tocar teta. No es demasiado tarde. Tu puedes.

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