PENSAMIENTO FEMINISTA: EL EJE DEL PATRIARCADO
Realizado por Christian Ezquerro
ÍNDICE
FALACIAS DENTRO DE LA
DEFINICIÓN DE FEMINISMO
EL FEMINISMO COMO RESPUESTA AL PATRIARCADO
IDENTITARISMOS COMO
RESPUESTA A LA MUERTE DE DIOS
LA COMPETENCIA INTERSEXUAL EN RELACIÓN AL PATRIARCADO
CAOS Y ORDEN: EL ETERNO
PODER FEMENINO NATURAL
LA COMPETENCIA
INTERSEXUAL ESTADÍSTICAMENTE
LA TEORÍA DE LA MAYOR
VARIABILIDAD MASCULINA COMO ALTERNATIVA A LA EXPLICACIÓN FEMINISTA PATRIARCAL
LA CONTRADICCIÓN LÓGICA
DE LA INTERSECCIONALIDAD
DESHUMANIZANDO AL VARÓN Y
DESHUMANIZANDO A LA MUJER
*NOTA: El comentario
crítico es el de la obra La mística de la
feminidad, y se irá realizando a lo largo del desarrollo del trabajo,
complementándolo con los puntos que he considerado oportunos a tratar. Además,
algunos enlaces a estudios, gráficas, páginas web, artículos o vídeos están
acortados con el programa BitLy.
INTRODUCCIÓN
Mi
intención con este trabajo es ofrecer una alternativa evolutiva a la explicación
feminista del constructivismo social. Para ello, ha sido necesario una búsqueda
exhaustiva de estudios y análisis variados que confirmen los argumentos aquí
expuestos. Antes de comenzar el trabajo relativo a la asignatura, y como el
concepto de “patriarcado” es indisociable de la teoría feminista, me parece
importante señalar varias cuestiones que, sin duda, van a condicionar la forma
en la que voy a realizar el trabajo. Me resulta indispensable definir qué es el
feminismo, cuál es la definición que las personas feministas dan y como este
concepto ha ido evolucionando, pues actualmente es difícil encontrar una
definición precisa y aclaratoria de qué es el feminismo. También es reseñable
hablar de cómo la definición de feminismo es utilizada con determinados fines
que distan mucho de buscar algo concreto dentro del propio feminismo. Empecemos
con la definición que quizás, la mayoría de personas da en nuestra sociedad.
Feminismo
es igualdad. Esa es la definición que más veces hemos escuchado en tertulias de
televisión, ponencias, mítines… también es la definición con la que la gente de
a pie está más conforme. Sin duda es una definición un tanto simple para un
concepto tan amplio, y eso tiene su haber en que además de ser una definición
simple es una definición problemática, pues la definición de feminismo queda
supeditada de la definición de igualdad, y no todos tenemos porqué estar de
acuerdo en qué es la igualdad, e incluso algunas personas podrían argumentar que
hay varios tipos de igualdad. Por otra parte, si definimos el feminismo como la
igualdad, esto no define qué es el feminismo, lo que hace es condicionar la
definición de feminismo a la definición de igualdad, por tanto, la definición
de feminismo ya está condicionada por otro elemento alterno. Al no darse una
definición de igualdad en la propia definición de feminismo, entonces tampoco
queda definido el feminismo. Así, “el feminismo es igualdad” no responde a la
pregunta, sino que mueve la respuesta a otro lado, sin haber dejado a las
claras en qué consiste el término en concreto.
Si
preguntamos a una persona feminista si la frase “el
feminismo no existe” le resulta convincente obviamente dirá que no, pues
implicaría que la igualdad no existe de acuerdo a la definición de feminismo. Considerar
la primera afirmación como falsa y la segunda
como verdadera,
quiere decir que en el propio pensamiento de las personas feministas igualdad no
es una definición para feminismo. Si el
feminismo es un medio para conseguir la igualdad, es decir un medio para
conseguir un fin, el feminismo no puede ser de ninguna forma un sinónimo de
igualdad. Porque si el feminismo es igualdad, no tendría ningún sentido que
persiguiese algo que ya de por sí está logrado, en ese caso la existencia del
feminismo no tendría cabida. En todo caso podemos establecer que el feminismo
es un medio para obtener un fin, que sería la igualdad, pero el feminismo nunca
estaría definido por la igualdad. De esta forma, el feminismo queda instaurado
dentro de las políticas ideológicas de fines y medios, donde muchas veces los
medios son incompatibles para con los fines. Pero eso lo veremos más adelante.
FALACIAS DENTRO DE LA DEFINICIÓN DE FEMINISMO
A
menudo veo muchos ideólogos, tertulianos, e incluso personajes públicos,
definiendo el feminismo de muchas maneras, cayendo en numerosas falacias y que
sin duda acaban desvirtuando el término para luego cerrar la definición como
igualitarismo. He aquí algunas de las falacias más populares.
Número 1. Falacia ad
dictionarium. Es
una falacia que consiste en citar una definición de diccionario como prueba
irrefutable en una discusión o debate. Los diccionarios son creaciones humanas
y no tienen más autoridad que la palabra de cualquier persona. Por este motivo,
citar lo que el feminismo es “por definición”, no constituye un argumento real.
Además, las definiciones del diccionario van cambiando. Así, la definición del
feminismo en el año 2001 era “doctrina social favorable a la mujer”[1], mientras que ahora es
“principio de igualdad entre hombres y mujeres”.[2]
Número 2. Falso
dilema. Es un tipo
de falacia que involucra la presentación de dos alternativas opuestas entre sí
como las únicas opciones posibles. Básicamente, el argumento sería: Puesto que
el feminismo es igualdad, no creer en el feminismo implica no creer en la
igualdad. Pero el mundo rara vez funciona en términos de buenos o malos, de
blanco o negro, y las etiquetas personales con las que uno se define dependen
de cómo se definan esas etiquetas. Por tanto, nadie está obligado a jugar en
esas condiciones especialmente si éstas implican tendencias ideológicas llenas
de matices. Si presentamos el feminismo como “lo bueno” y la única alternativa supone
que esa alternativa es algo malo o incorrecto, se crea una presión social para
aceptar el feminismo como axioma válido y así evitar la posibilidad de
disidencia.
Número 3.
Indeterminación.
Es un uso falaz de palabras que explota las distintas interpretaciones que
puede tener una definición para argumentar una cosa, y al mismo tiempo
aparentar que se ha demostrado otra. De este modo podemos encontrar a
activistas[3] que definen al feminismo
como educación, respeto, tolerancia, acabar con agresiones, igualdad de género…
Desvirtuando el término totalmente a través de definiciones ambiguas para luego
acabar cerrando la definición como igualitarismo.
La
propia definición de feminismo era diferente en el pasado, y ha ido cambiando
según cambia la coyuntura social y política. Feminismo solía significar
feminidad. Paul Preciado nos aclara esto en una intervención donde,
etimológicamente, nos cuenta que el feminismo estaba definido como la
feminización del cuerpo masculino tuberculoso.[4] Alejandro Dumas cambia el
término un año después para referirse al feminismo como aquellos hombres que
defienden la causa de las mujeres en sus reivindicaciones políticas. Por tanto,
podemos concluir, que la definición de feminismo es moldeable con el paso de
los años. Tal y como hemos dicho al principio, la definición que la sociedad da
en su mayoría es como una teoría sobre la igualdad.
Una
vez aclarado esto, y puesto que a lo largo de este trabajo utilizaré en demasía
la palabra “feminismo” o “feminista” resulta indispensable aclarar qué es lo
que entiendo yo por feminismo para, con ello, dar paso a analizar el eje sobre
el cuál he decidido hacer el trabajo. Para mí, el feminismo es un movimiento
social que se sustenta en la creencia de que las
mujeres estarían oprimidas socialmente a través de los roles de género por una institución social creada
en favor de los hombres, lo que denominamos como el patriarcado.
Las mujeres están oprimidas
→ victimización
femenina: la creencia
de que las mujeres están en una posición de desventaja respecto a los hombres
que, deliberadamente, oprimen a las mujeres de forma transversal por medio de
sus privilegios. Esta opresión se da de hombres a mujeres, pero nunca en
sentido contrario.
Roles de género
→ determinismo
cultural: la creencia
de que la cultura delimita lo que somos, y no la biología o la ciencia.
Patriarcado → jerarquías de poder:
la creencia de que es el sistema el que es inherentemente injusto, y que todas
las dinámicas que se dan en los estratos sociales y en la posición social de
los individuos obedecen al poder que los opresores ejercen sobre los oprimidos,
donde lo que importa es tu identidad grupal.
En
este trabajo, que principalmente tratará sobre el eje del patriarcado, iremos
desgranando y analizando pormenorizadamente todos estos puntos además de otros
igual de importantes. Una vez aclarada la definición de feminismo, para
finalizar con la introducción y el contexto, hablemos del origen del feminismo,
y de cómo las olas del feminismo son un mito.
LAS “OLAS” DEL FEMINISMO
En
mi opinión nunca hubo tres olas, y el hecho de que se establezca que el feminismo
tiene tres olas bien diferenciadas forma parte de un revisionismo histórico. Si
trazamos una línea temporal que divida las tres olas de feminismo lo primero
que llama nuestra atención es una ausencia de activismo justo en el momento en
el que supuestamente termina la primera ola hasta que empieza la segunda. Con
la publicación del Equal Franchise Act[5], las sufragistas lograron
su objetivo del voto femenino. De modo que desde 1930 hasta 1960 no hay ningún
tipo de actividad reivindicativa de corte feminista, puesto que las sufragistas
no usaban tal vocabulario, y el único uso que se da del término “feminismo”
viene dado por el uso al cargo de la palabra que Paul Preciado nos relata: la
feminización del cuerpo masculino tuberculoso. El activismo comienza con las
sufragistas en el siglo XIX, y desaparece en los años 30, justo cuando aparece
la segunda ola. En ese momento se produce una deserción de activismo. Muchos teóricos
feministas han tratado de fundamentar este periodo de inactividad con argumentos
muy enrevesados, pero la explicación real es más simple: el sufragismo y el
feminismo no son lo mismo, sino que eran dos movimientos muy diferentes. La
segunda ola, y que es la que realmente da origen al feminismo como lo hemos
definido, no comienza hasta el año 1963 con la obra de Betty Friedan. De hecho, podemos observar el auge de la palabra
feminismo justo a partir de la publicación de La mística de la feminidad.[6] No en vano, el término
“feminismo” no empieza a ser usado en la literatura hasta la aparición de esta
segunda ola. Recordemos que la primera aparición de la palabra feminismo en
sentido etimológico aparece en el siglo XIX para referirse al cuerpo
tuberculoso masculino. Además, el movimiento sufragista, ideológicamente era
muy diferente al de la segunda ola y no se ajusta a la definición que hemos
dado anteriormente al feminismo. Las sufragistas nunca se opusieron a los roles
de género, es más, los usaban a su favor para sus propios intereses. Un claro
ejemplo de ello lo encontramos en la Orden de las Plumas Blancas, durante la
guerra mundial. Tampoco creían en la existencia del patriarcado, pues el
concepto ni siquiera existía. La pregunta que nos invade ahora es: ¿Por qué sí
que hay discontinuidad temporal entre la primera y la segunda ola, pero no
entre la segunda y la tercera ola? Muy simple, la segunda y tercera ola son lo
mismo, ya no solo en cuestiones ideológicas, sino en cuestiones
reivindicativas. Una vez hemos hecho un breve recorrido por la historia del
feminismo y su definición podemos concluir que el feminismo nació en la década de los 60 con la obra de Betty Friedan,
demostrando que la existencia de estas tres olas bien diferenciadas es un mito.
Hay un elemento que propició que el feminismo tuviera su origen en este momento
histórico y no en otro, y estoy hablando de la introducción de la píldora
anticonceptiva. Un elemento disruptivo que marcaría el porvenir del movimiento.
Finalizada la introducción, analicemos la piedra angular que fundamenta este
trabajo: Lo material precede a lo cultural.
EL FEMINISMO COMO RESPUESTA AL PATRIARCADO
DE LO MATERIAL A LO CULTURAL
En
este punto presentaré el que para mí es la piedra angular que dará sentido a
todo el trabajo. Todo cambio cultural
viene precedido por un cambio material previo. No me considero
particularmente un fan del marxismo, pero también sé reconocer la
extraordinaria labor de Karl Marx, sobre todo cuando establece la teoría del
materialismo cultural. La vida social, y concretamente la vida humana está
basada en procesos materiales, de modo que toda transformación cultural no es
posible antes sin un cambio material previo. Con cambio material me refiero al
conjunto de elementos de la naturaleza física como puede ser la geografía, la
aparición de nuevos medicamentos o el desarrollo tecnológico, que permiten el
desarrollo y la mejora de las condiciones de vida. De hecho, la mujer nunca
hubiera podido incorporarse al mercado laboral sin un previo cambio material en
el entorno como lo fue la revolución industrial, por mucho que la cultura fuera
favorable a ello. Este mismo esquema se aplica a la aparición del feminismo
como teoría. El feminismo apareció gracias a un cambio material, este cambio
material fue la introducción de la
píldora anticonceptiva, del que hablaremos más adelante.
Podemos
preguntarnos cómo es posible que el feminismo y otros movimientos identitarios
se hayan dado en sociedades occidentales demócratas, pero no en países
autoritarios de Asia Oriental de Oriente Medio. Podemos pensar también que un
movimiento como el feminismo se antoja más necesario en ese tipo de sociedades,
pero la respuesta es simple. Las condiciones materiales del entorno social no
permiten la proliferación de este tipo de movimientos. Los cambios políticos
son siempre una respuesta a un sentimiento de indignación. Un ejemplo lo vemos
en la aparición de neo partidos como Podemos o VOX. Si bien es cierto que
existía un malestar social en la cultura que permitió el ascenso de estos
partidos, ese malestar provenía de elementos materiales tales como leyes
injustas o episodios de corrupción. De nuevo, lo material precede a lo cultural.
Encuentro que este esquema se puede aplicar al feminismo de igual forma. Que
todos los derechos jurídicos femeninos se hayan conseguido en un periodo
temporal tan corto (apenas 50 años[7]),es prueba de ello. Ya
hemos argumentado en la introducción por qué no es adecuado referirse a las
primeras activistas sufragistas como feministas, y si bien es cierto que muchas
mujeres han logrado cambios muy favorables en la consecución de una igualdad
real, nunca lo pudieran haber conseguido sin un cambio material previo que
permitiera que la cultura fuera favorable a esos cambios. Podríamos decir que
las mujeres siempre han tenido unas condiciones de vida tan favorables o
desfavorables como lo han permitido las condiciones materiales del entorno
social. Así pues, la teoría feminista surgió a partir de un cambio material
como lo fue la introducción de la píldora anticonceptiva, y por eso se puede
decir abiertamente que el feminismo tal y como lo conocemos surge en ese
momento histórico. Si bien siglos atrás se habrían sucedido una serie de
conquistas de corte feminista, no podemos catalogarlas como conquistas
feministas, pues el concepto ni siquiera existía. Fue a partir de la
publicación de La mística de la feminidad
y la aparición de la píldora, que el feminismo de forma literaria comenzó a
aparecer en las publicaciones escritas debido al cambio material que
posibilitaba la píldora.
IDENTITARISMOS COMO RESPUESTA A LA MUERTE DE DIOS
Tras el advenimiento de la Ilustración y la anunciada
“Muerte de Dios” de Nietzsche, se habría sucedido una disputa entre varias
narrativas por ocupar ese trono vacío que habría dejado Dios. Hay que entender
la muerte de Dios como una forma poética de Nietzsche de afirmar que los
valores que sustentaban la creencia en Dios de la cultura occidental han
decaído y ya no se puede creer honesta y razonablemente en él. Una vez muerto
Dios, existirían dos caminos a escoger. Uno sería una nueva narrativa, unos
nuevos valores de afirmación a la vida que vendrían a sustituir a esos valores
judeo-cristianos que la cultura occidental llevaba en su seno, lo que Nietzsche
define como el Superhombre. Y el otro camino serían un conjunto de narrativas
ya existentes, que serían las ideologías, y que sería lo que la sociedad del
siglo XIX escogería. Y solamente por una sencilla razón: El ser humano no puede
crear su propia narrativa. El ser humano necesita de otras narrativas para
justificar su existencia en el mundo. El problema de las ideologías es que son
de tan baja resolución que atraviesan transversalmente toda la experiencia
humana. Si tú quieres mover a la gente, tienes que apegarte a una ideología o
crearla. Ese modelo triunfa porque apela a la identidad, es capaz de generar
indignación, y puede prometer una utopía. Esto siempre tiene un poder de
atracción enorme. Estas tres características están presentes en cualquier
ideología, y son las que la define. Por eso no es casualidad que los
movimientos identitarios como el nacionalismo, el existencialismo, el
posmodernismo, o el propio feminismo surgiesen en Europa en el Siglo XX.[8] Todos esos movimientos
son, en última instancia, un intento por ocupar el trono vacío tras la muerte
de Dios.
En conclusión, el feminismo,
lejos de ser una respuesta a una sociedad tiránica patriarcal, es el resultado de un nuevo identitarismo
ideológico que trata de ocupar el trono vacío dejado por Dios, posibilitado
por la aparición de la píldora anticonceptiva enmarcado en un paradigma donde
lo material precede a lo cultural. De la aparición de la píldora anticonceptiva
y la revolución sexual se sigue el siguiente punto.
LA REVOLUCIÓN
SEXUAL
Con la consecución de la introducción en el mercado
laboral de la mujer, hemos concluido que su origen data de la revolución
industrial, un cambio material que permitió ese cambio de mentalidad creciente
en la sociedad, ahora vayamos con el propio feminismo cuyo origen se remonta a
la introducción de la píldora anticonceptiva en 1960. En el mismo momento que
se introduce la píldora en EEUU, el número de madres solteras, divorcios,
abortos, suicidios, y criminalidad aumentan. A la par que esto, la palabra
feminismo comienza a ser usada de forma literaria en las publicaciones escritas[9]. Establecer una
correlación entre el auge del feminismo y el aumento de todos estos elementos
nocivos únicamente a través de la publicación de los términos en la literatura
escrita sería hacer un análisis univariable de los hechos y nos llevaría
forzosamente a incurrir en un sesgo, así que tomemos otra variable para el
análisis, la variable a analizar sería el fallo
anticonceptivo, pues la mayoría de los elementos nocivos para la mujer
dependen de él. Sabemos a través de la literatura científica que el fallo
anticonceptivo acarrea una serie de consecuencias que están todas
interrelacionadas entre sí. El fallo anticonceptivo acarrea en las mujeres altas
tasas de suicidio[10], de aborto[11], de criminalidad [12]y de divorcios[13]que, como consecuencia,
deriva en el aumento de madres solteras.
Si establecemos que todas estas consecuencias
provienen de la irresponsabilidad individual, nos encontraremos que son este
pequeño grupo de personas las que origina todos los problemas derivados del
fallo anticonceptivo, de acuerdo a la distribución de Pareto. De hecho hay
estudios que corroboran que es este diminuto grupo de personas quienes generan
todos los problemas derivados del fallo anticonceptivo.[14] Hasta el punto de ver
como la tasa de fallo anticonceptivo se corresponde a un 30% para un periodo de
diez años.[15]
Esto quiere decir que al menos una de cada tres mujeres que comiencen a
experimentar relaciones sexuales en la edad de pubertad, tendrá un embarazo no
deseado antes de los treinta años, edad en la que la mayoría de la gente suele
contraer matrimonio. Por no hablar de
las consecuencias que acarrea tener relaciones sexuales a muy temprana edad[16]. Una vez cotejados los
estudios científicos y estadísticos, ahora sí podemos establecer una relación
causa efecto entre las variables citadas anteriormente (abortos, suicidios,
criminalidad…) y el fallo anticonceptivo.
No en vano me gustaría reiterar que el grado de
eficacia de los anticonceptivos es muy elevado. Por tanto, por pura coherencia
lógica podemos deducir que el fallo anticonceptivo proviene únicamente de la
irresponsabilidad individual de ciertas parejas. Si creemos en cambio que es
muy difícil que la gente pueda tener ese grado de irresponsabilidad tan alto,
solo hace falta observar la tasa de abortos en España para darse cuenta que más
de un quinto de todos los embarazos terminan en aborto. Dado que en España hubo
en el 2020 88.269 abortos[17], y que ese mismo año
nacieron 341.315 niños[18], la media nos sale
aproximadamente a que un quinto de los embarazos acaban en aborto (Teniendo en
cuenta que el número de gemelos y mellizos no representa un número
significativo). Si estas cifras proceden de la irresponsabilidad personal, el
feminismo de la revolución sexual que proclamaba la libertad sexual no tendría
en cuenta las responsabilidades que acarrea la liberación sexual.
En conclusión, podemos decir que la revolución sexual
es un movimiento emancipador, pues permite a las mujeres disfrutar plenamente
de su sexualidad, aunque eso a su vez, acarrea una serie de responsabilidades.
Unas responsabilidades que, cuando no se toman en serio, produce toda una serie
de variables perjudiciales socialmente, y más concretamente para la mujer. Si
me preguntan a mí, subjetivamente diría que el modelo de la revolución sexual
no es preferible ni para las mujeres ni para los hombres. Si tenemos en cuenta
que la revolución sexual permite un clima de libertades nunca antes visto,
vemos también cómo los estudios científicos corroboran que la preferencia por
las relaciones de una noche frente a las relaciones estables, pese a ser una
cuestión de pura preferencia personal, también acarrea repercusiones a largo
plazo. [19]También es reseñable cómo
la preferencia por un modelo monógamo conlleva un mayor índice de felicidad,
pero eso lo veremos más adelante.
Una vez analizado todo, la pieza por encajar ahora es:
¿Cuál es la relación de todo esto con el
feminismo y el patriarcado? Pues bien, no es casualidad que en la
introducción me haya detenido a analizar meticulosamente tanto el origen de la
palabra feminismo, su definición y su contexto histórico, llegando ahora a la
conclusión de que el feminismo empezó con La
mística de la feminidad de Betty Friedan, poco después de la aparición de
la píldora anticonceptiva. El libro de Friedan nos habla de la decepción con su
vida de ama de casa. Hablando en plata, si bien no se centra tanto en analizar
si las condiciones a nivel de derechos, acceso a la educación y al trabajo de
las mujeres de la época era más o menos equitativa a la de los hombres, sí que
reconoce que el haberse dedicado a la vida familiar y al cuidado del hogar le
habría privado de experimentar su soltería de una manera plena de acuerdo a la
mentalidad de la revolución sexual. Creo que podemos estar de acuerdo en que
los años de mayor ebullición en cuanto al poder social femenino se refiere es
en aquellos años donde la mujer no está ligada al matrimonio y cuando está
inmiscuida en el mercado intersexual. Es por eso que cuando en países de
Oriente Medio se suceden matrimonios a muy temprana edad, se dice que no son
aceptables en parte porque no permite a las mujeres disfrutar de la soltería,
más allá de los argumentos morales que puedan esgrimirse. De alguna forma
podríamos decir que las mujeres solteras, viven una vida de privilegios
respecto a las que están casadas, y que, en consecuencia, la perpetuación de la soltería se corresponde con la perpetuación del
poder femenino. La prueba de ello la podemos ver en cómo en países occidentales
cada vez se atrasa más el matrimonio, dado que extender el modo de vida
prematrimonial permite una mayor extensión de la vida de soltero, y eso genera
un poder social sin precedentes. Si el objetivo era extender el modelo de vida
prematrimonial porque el matrimonio relegaba a las mujeres a una condición de
opresión y a un modelo tradicional de “ama de casa”, es normal que personalidades
como Betty Friedan comenzasen a reclamar la abolición de la familia tradicional en tanto que una vida de
soltería plena permitía una emancipación para la mujer en cuento a poder sexual
se refiere que nunca antes se había visto. Hay que tener en cuenta que este
modelo de vida prematrimonial y este cambio de mentalidad no hubiera sido
posible sin el cambio material que supuso la píldora anticonceptiva.
Considero a modo de conclusión de este punto, que el
feminismo dista mucho con ser realmente una respuesta que confronte al
patriarcado y que su objetivo real es hacerse con el control del mercado
intersexual y de controlar el modelo de reproducción de la sociedad. Poco a
poco empezamos a dibujar un patrón en el pensamiento feminista que nos acerca a
analizar lo que es el patriarcado, cómo la revolución sexual influye en él, y
si el patriarcado forma parte de un eje de opresión. Esta causa feminista, este
objetivo, es el que analizaremos en el siguiente bloque.
QUÉ ES EL PATRIARCADO
Recapitulando lo visto en los puntos anteriores,
podemos decir que el feminismo es un movimiento identitario cuyo origen data de
la década de los sesenta en el momento en el que un cambio material como lo fue
la introducción de la píldora anticonceptiva, posibilitaba que los crecientes
cambios culturales en la mentalidad de la época se encarnasen en la revolución
sexual. Además, la publicación de la obra de Betty Friedan acerca de la
postergación de la maternidad y la perpetuación de la soltería alentaba a que
ese objetivo de supresión del modelo familiar tradicional surgiese en el
momento en el que el comienzo de la vida matrimonial privaba a las mujeres de
la independencia de la que habían disfrutado en su soltería. Esta independencia,
permitía a las mujeres alcanzar el súmmum de su poder sexual y retrasar
indefinidamente las responsabilidades que una vida matrimonial conlleva. No era
de extrañar que este modelo de revolución sexual estuviera relacionado con la
píldora anticonceptiva, llegando a la conclusión de que el feminismo está
inevitablemente ligado a la revolución sexual.
LA CAUSA
FEMINISTA
La causa feminista, lejos de ser una búsqueda de la
igualdad (siempre de resultados, nunca de oportunidades) es el control por el sistema reproductivo de la
especie. Podemos dividir el análisis en dos partes, una sería un recorrido
histórico, y otra la de la competencia intersexual, que gozará de una
importancia capital. Comencemos por la parte del recorrido histórico.
Si tenemos en cuenta que el patriarcado es la piedra
angular de la teoría feminista, encontramos que este concepto, en las
publicaciones escritas es relativamente tardío. Primero fue el feminismo, y
luego el patriarcado. En La mística de la
feminidad apenas se hace una mención al concepto, y la propia autora lo
concibe a través de su retórica como una organización del pasado:
Es posible, por supuesto, que el único efecto de la
mayor sobreprotección es crear en la mujer una dependencia generalizada que
luego será transferida al marido, y que le permitirá a ella aceptar su rol como
esposa en una familia que aún tiene muchos rasgos patriarcales.[20]
Resulta difícil de entender como un concepto que la
propia Betty Friedan interpreta que apenas existe en algunos modelos de familia
tradicional se convierta en la piedra angular de la causa feminista moderna. Esta
obra intenta correlacional la emancipación personal con la felicidad. Friedan
cree haber encontrado el problema de la mujer de la época, esa ama de casa que,
liberada de muchas de sus cargas debido al avance tecnológico y los avances
sociales, disponía de mucho tiempo y “se aburría”. Este es el malestar. La
causa de este malestar era la falta de emancipación personal y la propia Betty
Friedan abogaba por que la mujer se incorporase más en el mundo laboral. La
obra está situada en el contexto de los inicios de la revolución sexual. Cuando
digo que el feminismo tiene su origen con esta obra, no lo digo por decir,
verdaderamente considero a esta obra como el primer libro feminista de la
historia.
“Ahora veo la necesidad del movimiento de las mujeres
por la igualdad como simplemente una necesaria primera etapa de una revolución
sobre los roles sexuales mucho mayor. Nunca lo he visto en términos de clase o
raza: las mujeres, como clase oprimida, luchando por derrocar o tomar el poder
de los hombres como una clase, la de los opresores[21].”
Vemos como la retórica usada en la obra podría haber
sido escrita perfectamente en 2022, coincidiendo con el pensamiento feminista
actual. Dado que la retórica expuesta por Friedan que data de la década de los
sesenta sigue siendo la misma que ahora, esto confirma lo expuesto en la
introducción, que la segunda y la tercera ola son exactamente lo mismo en
motivos ideológicos.
Existen diversos episodios que confirman lo aquí
expuesto y que atenúan un deseo por el control de la especie. Por ejemplo, poco
después de la publicación de la obra de Betty Friedan, surge la revista
Cosmopolitan[22],
que comienza a cambiar su línea y empieza a ser una revista dirigida
exclusivamente a las mujeres y en las que se animaba a éstas a disfrutar plenamente
de su soltería. Por tanto, una vez que el feminismo tuvo su origen gracias a la
revolución sexual, estaba muy centrado en la demora del matrimonio, dado que éste supondría una pérdida de su hegemonía
social y sexual. Sin embargo, este modelo estaba basado en elucubraciones,
no había ninguna teoría escrita al respecto, y es aquí donde apareció La dialéctica del sexo de Sulamith
Firestone. El feminismo de la época de la revolución sexual ya tenía la
coartada perfecta para justificar sus deseos de dominio del control
reproductivo de la especie. La obra de Firestone se puede entender como un
manifiesto de este tipo de feminismo. Además, es gracias a este libro que
sabemos lo que es el patriarcado. Para Firestone, el matrimonio y el emparejamiento heterosexual a largo plazo constituían
el patriarcado, dado que el no poder disfrutar de la soltería suponía una
opresión hacia la mujer, formando así una clase oprimida y otra clase opresora.
Y el patriarcado, atendiendo a las estructuras jerárquicas primarias, sería la
institunalización del matrimonio en estas estructuras jerárquicas de dominación,
apelando a la monogamia estable como el modelo reproductivo preferido de éste
patriarcado institucional. Esto deja a las claras que, dado que la perpetuación
del matrimonio y el modelo de monogamia estable eran una forma de opresión
hacia las mujeres, el objetivo de la
revolución sexual feminista era acabar con el matrimonio, con el sistema de
monogamia estable, y con el embarazo, dado que éste último privaba a las
mujeres del control de su propio cuerpo. Firestone decía de hecho, que el
embarazo era una práctica bárbara[23].
La línea temporal está muy clara, las primeras
ideólogas del feminismo, como lo puede ser Betty Friedan, ya habían dejado
claro que el objetivo era posponer el matrimonio y la maternidad y se comenzaba
a hablar abiertamente de abolir estas instituciones. Más tarde, con La dialéctica del sexo y la influencia
de la lucha de clases en el sexo hubo un creciente deseo por establecer la
separación de amor y el sexo en tanto que encarnaban dinámicas de poder[24]. Queda demostrado que el recorrido histórico del feminismo nos muestra
que la auténtica y verdadera causa feminista es la de un movimiento cuyo
objetivo es apoderarse del control reproductivo, aboliendo el modelo
tradicional de familia heterosexual y animando a seguir un modelo que aplace el
matrimonio lo máximo posible. Pero, ¿Cuáles son los motivos subyacentes a
este deseo? Recordemos que he empezado este punto diferenciando entre dos
partes, la parte historiográfica a la que ha ido dedicado este punto, y la
parte de la competencia intersexual, que será el siguiente punto que nos ocupa
y que nos aclararán esos motivos subyacentes.
LA COMPETENCIA INTERSEXUAL EN RELACIÓN AL PATRIARCADO
CAOS Y ORDEN: EL ETERNO PODER FEMENINO NATURAL
Hay
un pasaje del libro de Jordan Peterson, 12 reglas para vivir, que me parece
sublime, y viene a colación para el punto que vamos a tratar a continuación.
Por ello, me voy a tomar la licencia de citar algunos de éstos pasajes.
Caos
y orden están estrechamente ligados entre sí, una especie de teoría de acto y
potencia aristotélica. Podemos pasar del orden al caos en cuestión de milésimas
de segundo, incluso cuando ello no depende de nosotros. El orden es el
matrimonio que funciona de forma estable y el caos penetra cuando uno de los
dos pide el divorcio. Cuando cosas así suceden, el panorama cambia
radicalmente.
La
forma en la que se percibe el caos y orden, no es una forma objetiva de ver el mundo,
ni si quiera en cosas tangibles. Durante milenios hemos evolucionado en el
marco de circunstancias sociales, lo que significa que lo que percibimos son
personalidades, no objetos. Las personalidades que percibimos son masculinas o
femeninas. Lo masculino y lo femenino son categorías ancladas en nuestra mente.
Pero, ¿Qué tiene que ver el orden y el caos con lo masculino y lo femenino? La
verdad es que tiene muchísimo que ver. El orden aparece asociado a la
masculinidad de forma simbólica, tal y como menciona el símbolo taoísta del
ying y el yang. Esto se debe a que las estructuras jerárquicas primarias en la
sociedad son masculinas. Los hombres, históricamente, han sido los
constructores de pueblos y ciudades, ingenieros, leñadores… Sin embargo, este orden,
si se lleva demasiado lejos, puede degenerar en violencia y autoritarismo. El
caos se asocia con lo femenino, ya que todas las cosas que conocemos nacieron
primero de lo desconocido, del mismo modo que todos nacimos de madres.[25]
Sin
embargo, hay algo a comentar dentro del caos, mucho más importante que el orden
masculino. El caos femenino es también
la fuerza de la selección natural. Las mujeres son muy exigentes a la hora
de emparejarse pues la mayoría de hombres no está a la altura de sus criterios
(Así, podemos ver que las mujeres, estadísticamente, suspenden al 85% de
hombres que se cruzan en la plataforma Tinder). También es por eso que nosotros
tenemos el doble de antepasados femeninos que masculinos. Y esto es una teoría de cuello de botella: cien
hombres y una mujer podrán tener solamente un hijo en un año, mientras que cien
mujeres y un hombre podrán tener cien hijos en un año. La vida de la mujer es
más valiosa porque marca el papel reproductivo de un grupo. No es casualidad
que a la madre naturaleza se le llame “madre” por algo. La naturaleza
selecciona, la mujer selecciona.
Es
la mujer, en el papel de la naturaleza la que mira al hombre y le dice: “NO.”
Para los hombres, es un encuentro directo con el caos, algo que sucede de forma
devastadora cuando éstos no consiguen una cita. Es esa fuerza natural femenina
a decir que no, la que ha marcado la tendencia evolutiva de la especie. [26]
Si
acaso los nazis hubieran podido implementar sus técnicas eugenésicas, no serían
más que una fachada a la auténtica selección eugenésica de la historia, que no
es otra que la eugenesia que aplican las mujeres a la hora de propagar sus
genes.
Es
la naturaleza, en el papel de la mujer la que dice: “Perdona, eres una persona
muy agradable y simpática, pero nuestra experiencia compartida por el momento
no es la suficiente como para que yo propague los genes de la especie humana
contigo”. O lo que es lo mismo: “Te quiero, pero solo como amigos.”[27]
LA COMPETENCIA INTERSEXUAL ESTADÍSTICAMENTE
Hombres
y mujeres compiten en un mercado intersexual en el que la mujer está en una
clara posición de superioridad respecto al hombre. De acuerdo a la analogía
expuesta anteriormente de orden y caos, la mujer es mucho más selectiva a la
hora de entablar relaciones sexuales[28]. La mujer no solo corre
el riesgo de exponerse a enfermedades venéreas, sino que además corre el riesgo
de exponerse a quedarse embarazada del mayor imbécil de la humanidad. Es por
eso que el filtro que aplican las mujeres es mucho mayor que el que aplican los
hombres. Esto lleva a que mujeres y hombres adopten distintos roles. El de la mujer sería un rol de selección
estricta, y el de los hombres sería un rol de seducción indiscriminada. Una
prueba de que las mujeres son muy selectivas es que consideran como no atractivos
a cuatro de cada cinco hombres[29]. Dado que la mujer adopta
ese rol de selección estricta, rara vez veremos de forma general que la mujer
es quien adopta el rol de seductora[30]. Y la prueba está en que
el hombre, de media, no recibe ni un solo avance o propuesta de carácter sexual
por parte de la mujer, mientras que la mujer recibe de media cuatro avances, y
dado que suspende a cuatro de cada cinco hombres, podemos decir que, de media,
el hombre es considerado en su mayoría como no atractivo[31]. Que el hombre sea
considerado como no atractivo acarrea una clara carga en el mercado
intersexual, puesto que la soltería para el hombre no es algo voluntario,
mientras que para la mujer o es transitorio o es voluntario[32]. Las mujeres, al aceptar
solo a aquellos varones que ellas consideren como sus mejores candidatos,
quiere decir que un pequeño grupo de hombres acaparará todo el interés femenino[33], mientras que el resto de
hombres podrá darse con un canto en los dientes si consigue una cita. Sabemos
que estas tendencias son naturales[34], pues siguen una
distribución de Pareto de forma sistemática. Sabemos que estas tendencias son
evolutivas[35],
pues las encontramos en distintas especies del reino animal, y sabemos que no
es una imposición cultural, pues también ocurría en el momento en el que las
tribus de cazadores nómadas del neolítico existían[36].
Podemos
concluir que, dada la alta evidencia científica y estadística, hay claras
diferencias en el comportamiento sexual entre hombres y mujeres y que los
hombres están en desventaja respecto a las mujeres en el mercado sexual, y
siendo éstas las que seleccionan a sus parejas[37], algo que ya habíamos
pasado por encima en el punto de orden y caos. Siguiendo la distribución de
Pareto, las mujeres, al escoger a los más aptos de forma sistemática, centrarán
su interés en un selecto grupo de hombres que acaparará todo el interés
femenino. Jordan Peterson nos explica perfectamente en qué consiste esta
distribución.[38]
Esto significa que, las jerarquías humanas en el mercado intersexual, lejos de
responder a elementos patriarcales subyacentes, se organizan en tres
categorías: Mujeres, high rank males, (que
serían un 20% que acapara el interés femenino), y low
rank males (que corresponde un 80% de los hombres cuyo éxito con las
mujeres es casi nulo). De estos tres grupos bien definidos es de donde surge la
competencia intersexual. Un ejemplo claro de la manifestación de esta
competencia y de cómo interactúan estas tres categorías en el mercado intersexual
lo encontramos en las distintas apps de citas.[39]
Siguiendo
este modelo pseudocapitalista de entender las relaciones intersexuales, la
liberación sexual no puede garantizar un reparto equitativo de encuentros
sexuales o románticos, ya no solo porque la atracción es subjetiva, sino porque
hombres y mujeres compiten en posiciones distintas. A menudo se suele usar al
grupo de high rank males para representar una
constante fija en el colectivo de varones, pero no solo se hace en referencia a
la competencia intersexual, sino en todos los ámbitos y estratos sociales,
dando a entender que ese 20% representaría el patriarcado enteramente. Si bien
es cierto que la estructura jerárquica social es enteramente masculina, de
acuerdo a la analogía de orden y caos expuesta anteriormente, no constituye la
idea moderna del patriarcado. El hecho de que la mayoría de riqueza económica
sea ostentada por el hombre, o que los premios Nobel sean dados a hombres en
proporciones mayores a las mujeres, eso solo representa un porcentaje
minoritario de hombres, lo que en esencia sería ese grupo que hemos catalogado
como “high rank males”. Los low rank males, sí que serían, por el contrario,
una constante fija en el colectivo de varones. De tal modo que, de forma global,
la mayoría de presidiarios son hombres[40], la mayoría de personas sin
hogar en España son hombres[41], la mayoría de asesinados
a nivel global son hombres[42], la mayoría de suicidios
son hombres[43],
la mayoría de personas inmiscuidas en drogodependencia son hombres[44], la mayoría de personas
que abandonan los estudios son hombres[45]… No existe la dominancia de poder en ningún caso. Para la ideología
feminista existe un gran hincapié en relegarlo todo al poder, y es un fallo muy
grave que tiene la crítica feminista, entender una mera estadística desigual,
como un ejercicio de poder. El sexo es poder, las jerarquías son poder, las
dinámicas entre hombres y mujeres son poder, el amor es poder… y en efecto,
todo esto es poder, pero no solo es eso. El sexo es poder, pero también es
erótica. Las jerarquías son poder, pero también son competencia, las dinámicas
entre hombres y mujeres son poder, pero también son respeto. Relegarlo todo al
poder, es un resumen extremadamente simplista. Como también es simplista el
hecho de aplicar este esquema a la competencia intersexual. Lo que se hace
desde posturas feministas es extraer esa proporción diminuta de hombres
exitosos, y presentarlos como la totalidad para representar toda la estructura
de la sociedad. Hay una razón detrás de que un porcentaje minoritario de
hombres tenga éxito con las mujeres, de que un porcentaje minoritario de
hombres acapare los altos puestos y mandos de corporaciones empresariales
multimillonarias, del mismo modo que también hay una razón detrás de que la
mayoría de personas que sufran todas las condiciones anteriormente expuestas
(asesinatos, pobreza extrema, suicidios…) sean hombres, y por supuesto nada
tiene que ver con el patriarcado que también afectaría de alguna forma a los
hombres. Con esto, introducimos la teoría de la mayor variabilidad masculina.
LA TEORÍA DE LA MAYOR VARIABILIDAD MASCULINA COMO
ALTERNATIVA A LA EXPLICACIÓN FEMINISTA PATRIARCAL
Esta
teoría fue creada para demostrar que los hombres estarían sobrerrepresentados
en los extremos de dos variables, la de los genios y la de los idiotas. Para
que nos entendamos, hay más hombres que son genios, pero también hay más
hombres que son idiotas, mientras que la mujer se mantendría en la media de
estas dos variables. Fue la crítica feminista Camile Paglia la que dijo: “No
hay una mujer Mozart, porque no hay una mujer Jack el destripador[46]”. ¿Esto quiere decir que
no es posible encontrar una sola mujer en los extremos de las variables? No, por
supuesto que puede haber brillantes ingenieras, increíbles músicas y
fantásticas empresarias. En todo momento se habla de una forma generalizada. Susan
Pinker también habla de ello en su libro La
paradoja sexual[47]:
Hay
más hombres tontos y más hombres inteligentes. Más hombres vagos y más hombres dispuestos a matarse trabajando.
En
la obra, Susan Pinker también relata otro estudio del que se hacía eco. El
estudio en concreto es de Ian Deary, que llegó a documentar en 80.000 niños
escoceses, viendo que a los 11 años los cocientes intelectuales de niños y
niñas eran en promedio iguales. No obstante, la cantidad de niños en los
extremos tanto superiores e inferiores de habilidades y torpezas era
significativamente mayor que la de las niñas[48]. La filósofa Helena
Cronin, nos explica de forma notabilísima cómo funciona el fenómeno de la
teoría de la mayor variabilidad masculina[49].
Tanto
Theodor Hill y Sergi Tagashnikov, creadores de la teoría de la mayor
variabilidad masculina, pretendían elaborar una teoría matemática que explicara
ciertos comportamientos de hombres y mujeres, fue así como se creó la teoría de
la mayor variabilidad masculina, sustentada en argumentos matemáticos basados
en principios biológicos evolutivos como los ya expuestos. Es importante aclarar
de nuevo que esta teoría no juzga individuos, y que éstos no están
representados por las estadísticas de sus grupos. Bien es cierto que estas
medias estadísticas y estos datos nos puedan ayudar a interpretar y comprender
las causas que dan lugar a una realidad concreta y no abstracta ni subjetiva. Si
no se acepta la teoría de la mayor variabilidad masculina, todas las dinámicas
entre hombres y mujeres y las posibles desigualdades que cabría encontrar,
quedarían relegadas a la construcción social machista de nuestra sociedad. La
realidad es que hay factores innatos y que hay factores sociales que
condicionan nuestras elecciones a lo largo de nuestra vida. Cierto sector del
feminismo aboga por que seamos un folio en blanco al nacer, una tabla rasa, y
esto no es así. Aceptar la teoría de la mayor variabilidad masculina quizás
explica muchos de los comportamientos que se dan entre hombres y mujeres como
lo pueden ser los relativos a la competencia entre sexos y cómo hombres y
mujeres adoptan distintas estrategias de seducción. Pero aceptar la teoría de
la mayor variabilidad masculina socavaría los intentos feministas de demostrar
que los factores culturales son los que permean nuestros comportamientos dentro
de la sociedad.
MONOGAMIA VS POLIGAMIA
De
alguna forma, el feminismo sería una especie de modelo capitalista en cuanto al
sexo se refiere y un modelo socialista en cuanto a economía se refiere. Los
hombres son los propietarios casi todas las riquezas del mundo, y, por tanto,
una redistribución de la riqueza, ayudaría a que las mujeres también alcanzasen
esos estatus económicos (Vemos como lo que importa es imponer la igualdad de
resultados, y no la igualdad de oportunidades). Sin embargo, a la hora de hacer
lo propio con el sexo, la defensa del liberalismo sexual no es conveniente para
las mujeres porque eso supondría acabar con el poder que ya tienen. Con esto no
quiero decir que yo pretenda acabar con este sistema de relaciones entre sexos
dado que el sexo no es un juego de suma cero. En todo caso, a la posición
feminista que busca la igualdad, siempre habrá detrás una interpretación de la
igualdad que impulse a la mujer, ya que estas dinámicas tienen muy poco que ver
con la igualdad objetiva y en verdad solo se busca que el control de la hegemonía
sexual pertenezca a la mujer, como ya habíamos analizado en el punto de la
revolución sexual.
Hay
estudios científicos que corroboran que el control de la hegemonía sexual es
primordial dentro del colectivo de mujeres, pues éstas castigan socialmente a
aquellas mujeres que decidan saltarse el rol de selección que ellas mismas
aplican a la hora de relacionarse con otros hombres[50]. De lo contrario, esto
supondría una merma para su poder sexual. En por eso que a lo largo de este
trabajo he dado tanta importancia a la sexualidad humana y las dinámicas entre
hombres y mujeres, porque no puede
entenderse la dualidad y la rivalidad feminismo VS patriarcado sin desligarla
de la sexualidad humana.
Desde
el surgimiento de la revolución sexual, el feminismo ha tratado de alejarse del
modelo monógamo y acercarse al modelo de la revolución sexual. El modelo
monógamo sería el modelo patriarcal,
estrechamente relacionado con el de la familia tradicional. Un mercado
sexual regulado, que se correspondería con un modelo de monogamia estable,
favorecería más a todos los hombres pues a cada hombre le correspondería una
pareja, algo que el feminismo de la revolución sexual no acepta, pues el
matrimonio estable supone una merma para su libertad sexual. En este modelo las
mujeres deben comprometerse y pierden su independencia sexual, las relaciones a
largo plazo están repartidas uniformemente y las mujeres se emparejan con los hombres
que son buenos para su futuro. Con este modelo se incrementa la igualdad
objetiva entre hombres y mujeres, algo que no es conveniente para el feminismo
de la revolución sexual que pretendía acabar con el modelo tradicional de
familia. Por el contrario, el modelo de la revolución sexual, tal y como hemos
analizado anteriormente supondría la perpetuación del poder sexual femenino en
tanto que las mujeres eligen cuando, con quién y con cuántos sin ningún
compromiso. El sexo es casual y se acumula en los percentiles más altos, las mujeres
se emparejan con los hombres que resulten más atractivos y reduce la igualdad
objetiva entre hombres y mujeres. Este modelo de la revolución sexual feminista
señala al modelo monógamo como desigual.
Pero,
vemos como señalar al modelo monógamo es incorrecto. El modelo monógamo conduce
a una sociedad menos violenta, más igualitaria y con mayores índices de
felicidad.[51]
Es el modelo de la revolución sexual el que causa la diferencia sexual, dado
que las mujeres tienen más hombres a su disposición (tal y como habíamos
analizado en el punto de “la competencia intersexual estadísticamente”), a
expensas de los low rank males y, por tanto, no puede ser señalado como un
modelo que persiga la igualdad. La liberación sexual potencia los sesgos
cognitivos naturales, ya que cuanto mayor igualitaria socialmente es una
sociedad, los determinantes naturales se maximizan[52]. De modo que, señalar que
el origen de los males de las mujeres sea la monogamia, tal y como Betty
Friedan defendía, no obedece a un análisis objetivo, sino que obedece a un
sesgo, concretamente al sesgo de confirmación. Es importante entender esto,
porque de todo este análisis exhaustivo podemos entender cómo surgió el
patriarcado. Desde nuestra teoría: lo
material precede a lo cultural, podemos explicar el origen del patriarcado,
ya que la literatura feminista es incapaz de dar cuenta de cómo es posible que
todas las culturas del planeta de forma sistemática decidieran ya no solo
implantar en modelo monógamo, sino también oprimir a todas sus mujeres a partir
de este modelo deliberadamente. Si tenemos en cuenta que las sociedades desde
el principio de los tiempos practicaban la poligamia, debiera haber un cambio
material que desajustase este modelo, y esto obedece a un cambio en el
atractivo masculino sexual[53].
EL ORIGEN DEL PATRIARCADO
Creo
que, con toda la evidencia científica expuesta en los puntos anteriores, podemos
establecer la hipótesis de que el
patriarcado es el origen de la agricultura, que estaría estrechamente
ligado al origen de la propiedad privada.
Si
bien pudiera parecer una hipótesis un tanto alocada, me gustaría explicarla. La
agricultura permite por primera vez en la historia la acumulación de recursos,
y consecuentemente la propiedad privada de esos recursos por parte de ciertos
individuos, algo que no se había dado nunca antes con la caza. La caza varía
cada día y tiene una dependencia de los recursos perecederos del entorno, con
lo cual es más fácil que ésta se reparta equitativamente entre todos los
miembros de la tribu y sea algo difícil de privatizar. No sucede lo mismo con
la agricultura. Los recursos determinan el estatus
social, y el estatus social es atractivo
para las mujeres. Dado que el exceso de recursos es acumulativo, aquellos
individuos que acumulen más y más, de acuerdo a un ciclo de retroalimentación,
generarán un estatus social cada vez mayor, disparando exponencialmente su
potencial reproductivo.
El
patriarcado funciona como una herramienta para controlar la sexualidad
femenina, de modo que, si este planteamiento es acertado, debería haber una
caída en el número de hombres que conseguirían reproducirse durante la aparición
de la agricultura. Y de acuerdo a este estudio sobre la variabilidad genética
vemos claramente cómo se produce un cambio social drástico[54]. De acuerdo a este estudio,
el cuello reproductivo de los machos hace que varíe su éxito con las hembras,
estableciendo una caída exponencial en cuento a poder sexual se refiere de
aquellos hombres que no poseían la acumulación de recursos y el estatus social
que proveía la agricultura. Este cuello de botella genético nos abre la puerta
a entender cómo surgió el patriarcado, y cómo la opresión hacia las mujeres no
es una teoría consistente.
Precisamente,
sobre la opresión hacia las mujeres nos ocupa el siguiente bloque.
INTERSECCIONALIDAD
Uno
de los conceptos más importantes del feminismo identitario es el de la
interseccionalidad. Las críticas que ha recibido esta idea se refieren a que la
interseccionalidad es negar las diferencias innatas entre hombres y mujeres y
la intención de discriminar a los individuos de acuerdo con los grupos
identitarios a los que pertenecen, estableciendo ya no solo opresores y
víctimas, sino que también víctimas de primera y de segunda, de acuerdo a una
especie de olimpiadas de la opresión. Es una dinámica de enfrentamiento de
grupos, donde las supuestas víctimas deberían ser tratadas especialmente y con
favoritismos. Esta crítica es aceptable, pero existe un problema más grave con
la interseccionalidad, y es su inherente contradicción lógica.
LA CONTRADICCIÓN LÓGICA DE LA INTERSECCIONALIDAD
La
interseccionalidad tiene su base en la acumulación de grupos. En la lógica
matemática se define la intersección como una operación que resulta en otro
conjunto que contiene los elementos comunes a los conjuntos de partida.
Aplicado a lo que nos ocupa sería: entre el grupo de mujeres, y el grupo de
homosexuales, la intersección estaría formada por el conjunto de mujeres
lesbianas. Así es cómo funciona la interseccionalidad de forma matemática. Se
establece que los grupos oprimidos deberían ser considerados como grupos
identitarios, cada uno con opresiones específicas, y aplicar políticas de
cuotas y de discriminación positiva en pos de establecer una utopía igualitaria
para el conjunto de todos los grupos. El problema está en que son las propias
feministas, en un alarde de totalitarismo, las que definen los privilegios y
las opresiones de cada grupo.
Hablando
en plata, para que la teoría de la
interseccionalidad fuese lógicamente consistente, se requeriría que los
privilegios o las opresiones fuesen una variable verdadera por definición de
los grupos que los tienen. Un ejemplo de variable verdadera la podemos ver
en los triángulos. Los triángulos tienen de forma verdadera tres ángulos, y no
se puede encontrar nada más que eso, porque de lo contrario dejaría de ser un
triángulo. Esa variable sí que es “heredada” por todos los tipos y subtipos de
triángulos, pero no es posible hacer lo propio con las opresiones y los
privilegios, puesto que tanto los privilegios y las opresiones no son variables
que se puedan heredar. A diferencia de lo que sucedía con los triángulos y la variable
de tener tres ángulos, es posible encontrar una mujer que no esté oprimida,
porque la variable de ser mujer no tiene nada que ver con la variable de estar
oprimida. Como ambas interpretaciones no pueden ser ciertas al mismo tiempo, se
produce una paradoja.
En
conclusión, la ciencia matemática viene a decirnos que los hombres no son
privilegiados ni las mujeres son entes oprimidos. Pero se puede achacar que, si
bien las mujeres no están oprimidas, los hombres sí que pudieran tener
privilegios en una sociedad patriarcal. Sobre los privilegios hablaremos en el
siguiente punto.
PRIVILEGIO
Primero
definamos qué características tiene el concepto de privilegio. Podemos
establecer que el hecho de que alguien tenga un privilegio sobre otra persona
que no lo tiene, es ventajoso
para aquella persona que lo posee. Por tanto, ya hemos definido una
característica que tiene el concepto de privilegio, y es que un privilegio es
ventajoso para quien lo posee. A menudo un privilegio suele ser algo que se
hereda, como lo puede ser la posición económica, que suele ir de padres a
hijos. En este caso la posición económica del hijo de un multimillonario, va a
ser mayor que la de un hijo de una cajera de supermercado. Esta posición
económica del hijo del multimillonario ha sido heredada, y no se ha conseguido
de acuerdo a ningún mérito, por tanto, ese privilegio se ha conseguido injustamente. Ya tenemos otra característica definida.
Por último, para una persona que tenga un privilegio respecto de la que no lo
tenga, esa persona podrá acceder a servicios que considera normales sin que se
dé cuenta de que es un privilegiado por acceder a esos servicios por
considerarlos normales. Así, podemos establecer que los privilegios también son
invisibles para la
persona que los posee. Seguramente encontremos más elementos que puedan definir
un privilegio, pero sin duda estos tres son los más comunes: un privilegio es ventajoso e invisible para la persona
que lo posee, y además ha sido ganado de forma injusta.
Procedamos a refutar las tres características.
Ventajoso: Entre una mujer y un hombre, el hombre se suele
decir que está en una posición de privilegio respecto de la mujer porque, por
ejemplo, no sufre el acoso que sufre una mujer diariamente. Y si bien eso es
cierto, la propiedad de ser un privilegiado se viene abajo cuando los hombres
son asesinados en mayor medida que las mujeres. Lo que encontramos por tanto es
que habrá ventajas y desventajas para ambos sexos en determinadas áreas
sociales y culturales, pero en ningún caso esas ventajas son una propiedad
necesaria para ser considerado/a privilegiado/a, porque del mismo modo que una mujer
puede tener desventajas en un estrato, puede no tenerlas o tener ventajas en
otro. La opresión establecida “por ser mujer” no se cumple.
Injusto: La
rueda del privilegio se usa para enseñar un marco modélico por el cuál qué
categorías sociales pertenecerían a una clase privilegiada y cuales estarían
oprimidas. Sin embargo, si echamos un vistazo al tipo de privilegios y
opresiones que se achacan a cada uno de los sexos encontramos que son
denominados privilegios características como la delgadez o el hecho de estar
embarazada. Quizás para algunas personas ser delgado sea un privilegio, y para
otras sea lo contrario. Lo mismo sucede con el embarazo. Por tanto, podemos
decir que la rueda del privilegio sirve como cajón desastre donde cada
individuo mete sus inseguridades y problemas, catalogándolos como opresiones o
privilegios según convenga. Además, ¿Por qué establecemos que el criterio de
ser mujer y estar embarazada es un tipo de desventaja? ¿Quién establece esos
criterios? Si no somos capaces ni de determinar cuántos privilegios existentes
hay, es evidente que no hay ninguna forma de evaluar de forma objetiva la lista
de privilegios, y que, por tanto, los privilegios pasarían a ser infinitos. Si
los privilegios fueran infinitos, se debería seguir, por pura coherencia, que
los conjuntos o grupos interseccionales también lo son. Esto es claramente
contradictorio, porque si el objetivo de la interseccionalidad es tratar a cada
grupo de acuerdo a sus privilegios, en caso de que estos privilegios fueran
infinitos habría que fraccionar todas las opresiones y privilegios hasta llegar
a un individuo sin privilegios ni opresiones. He aquí la contradicción. Desde
la interseccionalidad se niega que los juicios sean individuales, y que estos
juicios se realicen de acuerdo a cada grupo apoyando leyes de cuotas o
políticas específicas para cada grupo. En conclusión, la teoría de la interseccionalidad
se refuta a sí misma al juzgar a las personas individualmente a través de los
privilegios y opresiones infinitas de cada grupo.
Invisible: La invisibilidad de los privilegios suele utilizarse
por las feministas como carta blanca para incorporar medidas de discriminación
positiva y políticas de cuotas, argumentando que, si los hombres no ven la
necesidad de ayudar a las mujeres en ciertas medidas políticas, es porque los
privilegios del hombre son invisibles para ellos mismos, y que por eso no ven
la necesidad de ayudar. A este argumento se le puede dar la vuelta para acabar
dejando a quien lo esgrima en una posición indecidible, ya que la propia
invisibilidad de los privilegios hace que las mujeres también sean
privilegiadas sin que ellas se den cuenta. En todo caso, tales afirmaciones
cuentan con la misma base estadística, científica, empírica y lógica: ninguna.
La invisibilidad de los privilegios puede hacer uso de cualquier excusa que
justifique la discriminación legal.
LOS
HOMBRES Y LA OPRESIÓN
Dado
que el agente opresivo que el feminismo interseccional ha declarado como el
enemigo común es el hombre, y más concretamente el hombre blanco heterosexual
que acumula todos los privilegios, se hace necesario un análisis que demuestre
que los roles de género opresivos no son tal cosa. Damos paso a la
desechabilidad masculina y la deshumanización del varón.
DESECHABILIDAD MASCULINA
La
desechabilidad masculina es la tendencia que tiene la sociedad a desechar
(valga la redundancia) la vida del hombre en pos de salvaguardar la de la
mujer. Esta tendencia está más que corroborada por la ciencia a través de
experimentos como el de la máquina moral[55]. Otro experimento nos
mostraba cómo a la hora de administrar descargas eléctricas a pacientes a
cambio de dinero, los participantes paraban de realizar descargas cuando el
paciente era una mujer en mayor medida que si fuera un hombre[56]. El ejemplo más claro de
desechabilidad masculina lo encontramos en el Titanic: “mujeres y niños
primero”. De hecho, cada vez que se habla de los casos donde el hombre se ve
afectado en proporciones mayores a la mujer, se hace para enfatizar la
victimización femenina. De este modo tenemos a personalidades como Hillary
Clinton diciendo que las principales víctimas de la guerra eran las mujeres
porque perdían a sus maridos, padres y hermanos[57]. La desechabilidad
masculina acontece también a la hora de penalizar delitos. Los hombres son
sistemáticamente condenados a más pena que las mujeres cuando cometen el mismo
delito, mientras que las mujeres son juzgadas con menor severidad[58]. Vemos como a la hora de
hablar de las variables que afectan desproporcionadamente a los hombres
(drogodependencia, asesinatos, abandono escolar, suicidio…) se usan únicamente
para enfatizar la victimización femenina.
Me
niego a pensar que existe un deseo deliberado de nuestras sociedades para
aceptar la desechabilidad masculina como una construcción social. La
desechabilidad masculina, si bien es un fenómeno social, no quiere decir que
cada persona prefiera la vida de una mujer por encima de la del hombre. Esta
tendencia sigue procesos evolutivos, y su existencia está más que corroborada
en la ciencia. Queda demostrado que, en todas las sociedades, el sacrificio
sistemático de los hombres para la salvaguardar la vida de las mujeres es una
constante fija. Desde posiciones feministas, se suele mover la carga de la
culpa al propio sistema patriarcal siguiendo con la retórica de las causas
culturales que generarían todas estas variables. Sería la sociedad patriarcal
la que enseñaría que son los hombres los que tienen que ser duros, abnegados,
no llorar, vestir formalmente… y que esto se solucionaría con más feminismo.
Para refutar esta hipótesis de causas culturales es necesaria una prueba
contundente que demuestre que la desechabilidad masculina tiene su haber en
causas naturales o materiales. Es aquí donde aparece la teoría de cuello de
botella reproductivo de la que habíamos hablado anteriormente. Esta teoría nos
dice que el hecho de que la vida de la mujer sea más valiosa que la de un
hombre, es porque es la mujer la que marca el potencial reproductivo de un
grupo determinado. La muerte de un grupo indefinido de hombres no tiene ningún
impacto a la hora de seguir con la continuidad de una especie. En cambio, las
consecuencias de la muerte de un grupo indefinido de mujeres suponen un impacto
altamente significativo en el desarrollo evolutivo de un grupo. Esto se ve
reflejado en la hipótesis de Trivers – Willard[59]. Esta hipótesis viene a
confirmar que el sexo de nuestra descendencia no es aleatorio como se cree
popularmente, sino que se mueve en torno a uno u otro sexo en función de cómo
de alteradas estén las circunstancias del entorno. De este modo, 150 fetos
masculinos serían concebidos por cada 100 fetos femeninos. Esto quiere decir
que, de alguna forma, nuestra biología anticipa la desechabilidad masculina
como una realidad natural. Así, un mayor número de mujeres nace cuando la supervivencia
del grupo está en peligro, y un mayor número de hombres nacen después de
masacres donde la vida de los hombres ha sido sacrificada en números muy
elevados como pueden ser las guerras[60]. La desechabilidad
masculina por tanto es universal y compensa ambos sexos. De alguna forma,
nuestra biología está preparada para que, en caso de que sean las mujeres las
que están en peligro, nuestra realidad biológica haga que nazcan más mujeres, y
eso no es posible si se supiera que estas mujeres van a estar protegidas por el
resto del grupo.
De
este modo, esta tendencia biológica y material, a riesgo de que se me catalogue
como biologicista, demuestra que solucionar el problema de la desechabilidadd
masculina con teoría feminista no es algo que pueda funcionar. La teoría
feminista queda incapacitada para explicar estas tendencias, como también queda
incapacitada para explicar cómo es posible que, en un sistema patriarcal de
dominación, la mujer nunca ha sido capaz de imponerse y cambiar las tornas de
este modelo. Algo que está ligado inevitablemente a estas tendencias expuestas
por la hipótesis de Trivers – Willard, por la que las mujeres gozarán de
protección si la biología anticipa que han de nacer más mujeres para la
supervivencia del grupo. Ese será el último punto a analizar.
DESHUMANIZANDO AL VARÓN Y DESHUMANIZANDO A LA MUJER
La
propia Betty Friedan sugiere de alguna forma ya sea intencionada o no, que la
opresión a las mujeres no es tal, que los roles de género no son imposiciones y
que el objetivo feminista es la postergación de la maternidad. Por tanto, a mí
me surgen ciertas dudas de cómo ese sistema de opresión sobre la mujer ha sido
capaz de surgir de la misma manera en casi todas las culturas. Es aquí donde me
gustaría traer a colación una teoría expuesta por Daniel Jiménez en su libro Deshumanizando al varón, donde la
imposición de roles de género no sería otra cosa que un acuerdo entre hombres y
mujeres que se dio desde principios de los tiempos. Y que, por tanto, las
conquistas feministas no serían otra cosa que un reajuste de los términos de
ese acuerdo o una obsolescencia. Dado que a lo largo de todo el trabajo hemos
ido desmontando que la opresión patriarcal no es tal, que la interseccionalidad
entra en contradicciones y paradojas desde un punto de vista lógico, y que el
patriarcado nada tiene que ver con un sistema que los hombres utilizan para el
control y la opresión de las mujeres, solo queda por analizar la parte relativa
a los roles de género.
Si
bien es cierto que Daniel Jiménez titula a su obra “Deshumanizando al varón”, creo que el título hubiera sido más
correcto de esta forma: “Deshumanizando al varón y deshumanizando a la mujer”.
Estos papeles de víctima y verdugo de acuerdo al sexo deshumanizan al varón al
reducirlo a un ser irracional y violento desde el principio de los tiempos.
Además, pienso que también deshumanizan a la mujer al reducirla a un ente
incapaz de valerse por sí misma, débil y sometida desde el inicio de los tiempos,
otorgándoles un rol pasivo y sumiso. Por tanto, considero que la teoría de
Daniel Jiménez que dice que los roles de género fueron algo consensuado y no
una imposición, es bastante acertada. El acuerdo primigenio sería: los hombres ofrecen protección y seguridad
a cambio de estatus social proveído por las mujeres. Tal y como habíamos
comentado en el punto de la desechabilidad masculina, la supervivencia de las
mujeres del grupo es más importante para su continuidad evolutiva. Como
habíamos analizado en el punto de “El origen del patriarcado”, el papel de los
hombres cazadores tiene una mayor importancia para la supervivencia del grupo.
Esto quiere decir que el hombre sacrifica su vida exponiéndose al riesgo
ofreciendo seguridad a cambio del estatus social que una mujer puede proveer.
Así pues, nuestra primera conclusión es que los roles de género, en un principio, fueron transaccionales, y no una
imposición. Es por eso que este modelo transaccional se impuso en todas las
culturas de la misma manera sin que las mujeres se alzasen en armas, y no porque
los hombres lo impusieran de forma violenta o porque las mujeres son demasiado
débiles y sumisas como para no revelarse frente a este juego de roles.
Sin
embargo, alguien pudiera argumentar que no es posible que los roles de género
sean algo consensuado, pues hemos visto un trato desfavorable hacia las mujeres
a lo largo de la historia en cuanto a derechos y libertades se refiere, algo
que no sucede con los hombres. La respuesta feminista sería la de que
efectivamente, los hombres rompen este modelo transaccional, imponiendo un
modelo patriarcal de forma violenta. Como hemos dicho, los papeles de víctima y
villano deshumanizan a ambos sexos, por eso se requiere un análisis en
profundidad, y habría que pararse a chequear porqué este modelo inicialmente consensuado
se torna opresivo para las mujeres.
La
piedra angular de este trabajo había sido la de que lo material precede a lo
cultural, y de este modelo se sigue que el acuerdo se torna opresivo. Son los
cambios materiales en el entorno los que producen los cambios en la cultura. El
cambio material que hace que a las mujeres ya no les beneficie el acuerdo
primigenio no es otro que el avance tecnológico. El mundo siempre evoluciona a
una mejoría tecnológica, y, por tanto, la evolución humana a través de la tecnología,
ha permitido que el mundo cada vez sea un lugar menos peligroso, con lo cual,
la mujer, atendiendo al acuerdo primigenio, ha necesitado cada vez menos
protección. Por eso su parte del acuerdo es el término más obsoleto y el más
actualizado a medida que avanzaba la sociedad tecnológicamente. Podemos ver de
forma más notoria las desventajas femeninas porque es su parte del acuerdo la
más actualizada y cambiada en tanto que cada vez necesitan menos protección por
el avance tecnológico.
Y
por este motivo, las libertades femeninas se han conquistado tras cambios
materiales y de avance tecnológico, es decir, por un nuevo acuerdo entre
hombres y mujeres. Por poner un ejemplo, las mujeres nunca hubieran podido
acceder al mercado laboral sin el cambio material que supuso la revolución
industrial. Es por eso que, cuando hay un desequilibrio entre hombres y
mujeres, se habla de obsolescencia y de desactualización de roles, y no de
opresión, y solo ahí, se renegocia el acuerdo. Lejos de ser algo patriarcal, el
reajuste también ha sido deseado por parte de los hombres. Por ejemplo, a pesar
de que en la Primera convención por los derechos de las mujeres las sufragistas
negasen el acceso a los hombres, 32 hombres firmaron la declaración de
Sentimientos en favor del sufragio femenino[61].
En
conclusión, si seguimos este modelo
transaccional podemos decir que las mujeres nunca han estado oprimidas de forma
deliberada por los hombres, ni los roles de género nacieron con el deseo de
someterlas. Si bien esta teoría puede ser susceptible de parecer una
provocación para ciertos sectores feministas, considero que esta explicación es
menos abstracta, difusa y metafísica que la de la opresión patriarcal.
CONCLUSIÓN FINAL
Este
trabajo ha tratado en todo momento de alejarse de ideologías, de tratar de ser
lo más objetivo posible, de analizar fríamente datos estadísticos y estudios
científicos, y quizás sea susceptible de ser tachado de problemático por ello,
dado el fuerte identitarismo en el que estamos inmersos. No me gustan las
ideologías, no me gustan los identitarismos, El identitarismo ha arraigado con
una fuerza tremenda en las sociedades occidentales, donde ser feminista o ser
de derechas, o ser antirracista, o ser nacionalista, significa que se nos da la
oportunidad de pertenecer a la tribu. Ante la incertidumbre, entablamos a los
demás en categorías, y de eso bebe el identitarismo. Hay una necesidad
perniciosa de catalogar, de establecer a cada uno en sus casillas. Ser
equidistante es prácticamente un insulto porque supone estar en el limbo del “o
estás conmigo o estás contra mí”. Y es ahí donde estamos, debemos silenciar y
apartar ciertos discursos porque son malos. Pero, ¿Es la maldad lo que hay
detrás? ¿Por qué no intentamos entender el porqué de algunos discursos? Hemos
llegado a un punto tal de desconfianza que la libertad de expresión lo concebimos
como algo reaccionario. Y porque pensamos que los contrarios a mi pensamiento
están preparados para atacar. Y ese es el problema, porque para escuchar a otra
persona, debemos estar convencidos de que no hay intención de destruir. Es
necesario entender que la persona que tienes delante sabe algo que tú no. La
ideología o los pensamientos que detectamos del otro, sentimos que son una
amenaza para nuestras convicciones. Esto es contra lo que hay que combatir
realmente, esta posición identitaria que está generando estas luchas
enfrentadas de oprimidos contra opresores, de blancos contra negros, de mujeres
contra hombres, de feministas contra no feministas, de izquierdas contra derechas…
quizás debamos salir un poco de la comodidad que nos otorga nuestra tribu,
quizás debamos ser un poco más equidistantes con el otro. Siempre se dice que todos
tenemos una responsabilidad para hacer el mundo mejor, para acabar con el
patriarcado, con el calentamiento global, con las desigualdades... Yo me
pregunto, ¿Por qué tenemos que intentar acabar con los problemas del mundo? Si
ya de por sí resolver un problema o arreglar algo es muy complicado, imagina
resolver el problema del patriarcado desde unas dinámicas de confrontación como
son los identitarismos. Quizás deberíamos preocuparnos por hacer el bien en
nuestra esfera, pues todos podemos hacer una gran cantidad de bien por nuestra
cuenta. El simple hecho de ver un perro por la calle y acariciarlo, el hecho de
dejar a los chavales montar en monopatín en paz, sonreírle a un niño por la
acera… Son las pequeñas cosas las que hacen un mundo mejor y más libre. Quizás
resolver los problemas del mundo es algo que nos supera, quizás antes de salvar
el mundo deberíamos empezar por salvarnos a nosotros mismos, quizás ordenar
nuestra habitación podría ser un buen comienzo.
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Hola, Christian. En primer lugar, te felicito por aventurarte a leer sobre feminismo, y te invito a que releas los libros que hayas consultado, porque claramente no los has entendido. Te invito también a que releas a Nietzsche, si es que ya lo habías hecho, porque tampoco pareces haber entendido mucho de lo que dice el autor que, a pesar de su misoginia (por si no lo sabías), se encuentra en la base del postestructuralismo francés, que a su vez es el antecedente directo de la mayoría de autoras feministas contemporáneas. Te recomiendo Nietzsche (Deleuze, 2019), como una lectura para acompañarte en la introducción a un autor tan verdaderamente apasionante.
ResponderEliminarEn segundo lugar, y ya hablando propiamente de las líneas que escribes, te escudas bajo infinidad de datos "científicos" y estadísticas, porque sabes que si no lo adornases con numeritos que le dieran un halo de objetividad, se vería que lo que estás diciendo no tiene ningún tipo de sustento. No es que esté en contra de la estadística (la sociología, por ejemplo, es una disciplina humanístico-social muy respetable, que depende en gran medida de ella), o de los estudios científicos, sino que estoy completamente en contra de utilizarlos como argumento filosófico, además, en muchos casos, los utilizas de manera completamente falaz. Usos falaces con los que, por otro lado, ya estarás familiarizado, por haber leído la refutación que hace Frans de Waal, también desde un paradigma científico.
Por otro lado, no tienes ni remota idea de lo que significa ideología, y lo demuestras en este y en tus escritos anteriores. Confundes ideología con demagogia, demagogia que, por cierto, es lo que describe la mayoría de tus escritos. Hablas sobre un tema sentenciando a diestro y siniestro, y protegiéndote de cualquier ataque con una sarta inabarcable de malinterpretados datos científicos. Un poco como el psicólogo tránsfobo de las langostas que tanto gustas citar, lanzando datos para ocultar que no tiene ni idea de lo que habla, y que tiene la comprensión lectora de un estudiante de secundaria. Para entender lo que es la ideología te recomiendo acudir a Ideología y aparatos ideológicos del Estado, de Althusser, es un buen punto de partida. Si quieres algo más contemporáneo, Slavoj Zizek también tiene trabajos interesantes al respecto.
Concluyendo, y espero de verdad que este comentario no te ofenda, creo que te escudas en la objetividad y en abandonar "la ideología" porque no tienes ningún tipo de argumento real que sustente lo que dices: por ejemplo, que en las sociedades monógamas se vive más pacíficamente, o que las mujeres están en situación de igualdad y el feminismo es la lucha de las mujeres por hacerse con el control de la reproducción humana. Te recomiendo alejarte un poco del canadiense depresivo que tanto te gusta, y empezar a leer algo de filosofía, las recomendaciones que te he hecho, o cualquier otra obra, pero de filosofía, no de retórica con aspiraciones proto-científicas. Dale una vuelta. Si en algún momento quieres debatir sobre este o cualquier otro tema (ojo, debatir, no hacer de muro parlante), aquí me tienes.
Un cordial saludo.
Buen verano.
Christian eres bien guapo y estas muy bueno. Si escupes la redpill y dejas de ser tan misogino tienes una oportunidad real de tocar teta. No es demasiado tarde. Tu puedes.
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