MORAL Y RELIGIÓN - Parte 1
La moral siempre ha sido considerada como un concepto filosófico que impera en nuestras sociedades sobre el modo que tenemos de encarar nuestra vida y nuestras relaciones, y siempre ha estado marcada por nuestras creencias individuales. Es algo que se podría considerar como algo inherente en nosotros mismos, algo que tenemos por el simple hecho de ser personas, y que siempre ha estado muy presente en nuestras sociedades. Por ejemplo, a la hora de hablar de derecho siempre se hace la distinción entre derecho moral y derecho patrimonial. Entendiendo el derecho moral como aquel derecho que es únicamente responsabilidad nuestra, ya que es inalienable e irrenunciable, es decir, que depende de nuestra moral. Pero, mucha gente podría valorar una acción como justa o injusta dependiendo de la moral de cada uno, puesto que una acción podría ser moralmente aceptable por una persona, mientras que a otra persona le podría parecer lo contrario, es decir, moralmente reprobable. En este caso, podemos decir que la moral es individual e independiente al conjunto de la sociedad. No se fija en colectivos, sino en individuos. Por ejemplo, el canibalismo podría estar moralmente aceptado en tribus primitivas mientras que en una ciudad contemporánea se vería como algo execrable, como algo inmoral. Sin embargo puede surgir la pregunta, ¿Hay varios tipos de moral dependiendo de cada persona? ¿Por qué lo que a mí me parece moralmente aceptable a otra persona no se lo parece? ¿Cuál es la cosmovisión correcta acerca de la moral?
Bueno, en mi opinión solo hay una única moral válida, y es la moral que ha construido los cimientos de la mejor civilización y la más grande de la historia de la humanidad. Estoy hablando de la moral cristiana. Todo lo que conocemos, las reglas que marcan el comportamiento dentro de nuestra sociedad, dependen únicamente de la moral cristiana, fundamentada principalmente en la tabla de los diez mandamientos, es la moral del no robarás, del no matarás, del amarás al prójimo como a ti mismo. Todas estas reglas que describe la Biblia a través del relato de las tablas de Moisés, son las que han servido no solo para crear los cimientos de nuestra civilización, sino incluso para crear las ideologías, por ejemplo, la cita (no es propiamente una regla) que dice “amarás al prójimo como a ti mismo”, está relacionada indudablemente con sesgos ideológicos asociados a la izquierda, haciendo la analogía a esa solidaridad, la compasión por el débil y la comunión ente individuos. Sin embargo, la regala “honrarás a tu madre y a tu padre”, puede estar relacionada con parcialidades de la derecha. El cuidado por los nuestros ante todo, por nuestra sangre pura. Como ya expuse en el anterior blog, las parcialidades de la izquierda y derecha varían en función de la coyuntura política del momento.
Pero, volviendo a la moral cristiana, es indispensable saber que el estudio filosófico de la moral, de lo que es correcto e incorrecto, es la ética. Esta visión puede sofisticarnos a la hora de elegir. Sin embargo, la religión es todavía más antigua y más profunda que la ética. La religión no se ocupa simplemente de lo correcto y lo incorrecto, sino del propio bien y del mal, a partir de los arquetipos de lo que es correcto e incorrecto. La religión se ocupa del valor máximo. Es por eso que antiguos libros como el Código de Hammurabi, donde se recogían esas primeras normas como la ley del talión, que instauraba reglas para la educación de los príncipes, no se pueden considerar jueces y “padres” de la moral de nuestra civilización pese a existir mucho antes que la religión cristiana, porque no se ocupan del valor máximo, se ocupan de las normas éticas, que ya existían desde que el hombre era un mono que vivía en los árboles. No ejecuta una función moral, sino una función normativa jerárquica.
Pero, ¿Cómo se justifica la existencia de un sistema ético funcional? La forma en la que lo pensó Piaget fue la siguiente: Él lo interpretó como si fuera un juego de niños, donde estos niños se asignan roles. Uno sería el padre, otro la madre, otro el niño y otro el perro, y los niños van a jugar a la casita, asociándose los roles ya mencionados. Entonces, lo representan, y lo que están haciendo es ver si pueden regular la forma en que construyen el juego para ver si todas las emociones y motivaciones de todos son satisfechas de modo que quieran seguir jugando, validando el juego. De esta forma se examina y se justifica un sistema ético.
Y la forma en la que nacen los sistemas éticos, es la misma, de nuevo, como la forma en la que nacen los juegos de niños. Pongamos esta vez que 5 niños de 6 años se ponen a jugar a las canicas, y todo va sobre ruedas, por lo tanto siguen validando el juego. Pero si sacas a los niños del juego y les preguntas cuáles son las reglas del juego te dirán cosas completamente distintas. De modo que sabían jugar, por tanto el conocimiento está en el grupo, pero ese mismo conocimiento está tan fragmentado entre los individuos que, fuera del grupo, te dan respuestas diferentes. Así es como surgen diferentes ideologías, diferentes fuentes de conocimiento, diferentes modos de ver el mundo, diferentes morales. De nuevo, el sistema ético, (el juego) valida las diferentes morales (reglas según los niños) que puede haber. Luego estas morales son influenciadas por la religión, en nuestro caso el cristianismo, constituyendo, como hemos dicho antes, el valor máximo, la civilización más desarrollada de la historia, y por tanto, la única moral válida.
Pero luego, si los niños crecen y llegan a los 12 años, ya son capaces de decirte las reglas, y a los 15 años alguno de ellos estará dispuesto a presentarse a sí mismo como el creador de las reglas, derivando este sistema ético en tiranía, donde ya no impera la ética. Ahí reside la importancia de formar ciudadanos críticos.
Pero, ¿cómo es posible que en una sociedad moralmente correcta pueda haber tiranías? Aquí es donde entran las jerarquías. No todas las jerarquías están basadas en el poder. Imagina que tienes un grupo de seres motivados y emocionales que ocupan el mismo territorio y compiten por diferentes recursos (y cooperan, porque la competitividad esta anidada en la cooperación). Ocurrirá que se formarán patrones de adaptación que emergerán de eso y que serán similares. Volviendo al ejemplo de los niños y los juegos, esta es una manera de verlo: los niños crean juegos, y estos juegos evolucionan en diferentes juegos. Pero la cuestión es que todos son juegos, y todos necesitan ser jugables, y todos necesitan querer jugarlos, satisfaciendo las necesidades de cada individuo. Y esta es la razón por la cual hay cosas en común en las mitologías, ya que si juntas diferentes grupos de individuos en lugares distintos, lo común en esos grupos, debido a las motivaciones, emociones y materializaciones en común que tienen, implica que van a formar jerarquías que son, de manera general, similares. Y sus estrategias de éxito serán similares. Ahora bien, esto se complica, porque no todo sistema jerárquico es tan funcional como otros. Algunos degeneran en dictaduras. No hay que olvidar que estamos hablando del conjunto de todos los juegos jugables voluntariamente. Y algunos de ellos pueden degenerar, puede haber algún rebelde, o puede haber alguno que haya escalado demasiado en la jerarquía.
¿Cómo podemos evitar que esto suceda? Bueno, es imprescindible tener claro que las tiranías son malas, y para saber lo que es malo primero hay que saber lo que es bueno, y cómo generar lo que es bueno. Imagina que en una sociedad existe un espectro muy amplio de conductas humanas, y dentro hay un conjunto de conductas admirables y otro de conductas no admirables. Llamémosle el bien y el mal. Existe un patrón que caracteriza tanto las acciones buenas como las malas. Y esto se personifica. En la religión sería Caín y Abel, Dios y el Diablo. Thor y Loki en las películas de MARVEL. Entonces extraes la idea de Cristo y piensas: esta es la abstracción de todo lo que es bueno y admirable del conjunto de todas las conductas humanas. Y aquí reside la duda, ¿Qué hay de real en todo esto? Es real, porque en el Éxodo, Dios extrajo orden del caos. Y este orden sería la extensión en el mundo de lo que es bueno. Sería como un espíritu de bondad que actúa en el mundo y su potencial, para generar la realidad del mundo. Por tanto, si queremos tener una sociedad bondadosa, es necesario entender esto. Es por eso que las leyes morales sobre las que se cimientan nuestra sociedad son buenas, porque provienen de la idea del Dios bondadoso. Y es por eso por lo que hemos logrado avanzar hasta ser la mayor y mejor sociedad jamás creada.
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